Por Javier Rodríguez Ten //

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A propósito de la suspensión por parte de la FIFA de las licencias de seis jóvenes futbolistas, menores de edad y en edad cadete e infantil, pertenecientes al FC Barcelona.

Se trata de jugadores extranjeros, captados por ojeadores, desplazados a España para comenzar una prometedora carrera en el mundo del fútbol bajo la tutela de la entidad blaugrana. Nadie discute el trato otorgado a los menores, que aparentemente es fabuloso; incluso podrían estar en mejores condiciones que en su país de origen. Pero, ciertamente, que un niño sea «fichado» a esa edad y deba trasladarse a un país extraño donde vivir, aprender el idioma, educarse lejos de sus padres… sin garantía alguna de que la cosa prospere… parece que podría ir contra el interés y la formación integral del menor.

El Reglamento sobre el estatuto y la transferencia de jugadores de FIFA protege a los menores, en la línea de los criterios de la Unión Europea, disponiendo en su artículo 19 que los fichajes internacionales de menores de edad están prohibidos, salvo que los padres se hayan trasladado al nuevo país por razones no relacionadas con el fichaje (apdo. 1), en el caso de mayores de 16 años residentes en la UE que cumplan algunas condiciones (apdo. 2) y cuando se fiche por un club de un Estado vecino siendo la distancia de la frontera al domicilio del club y al del jugador inferior a 50 kms. en cada caso (apdo. 3).

No es nuevo en Europa que clubes de renombre recluten a jóvenes promesas de países del tercer mundo (generalmente, ex-colonias) y que para salvar la prohibición de FIFA realicen un contrato (o una simulación de contrato) con los padres, que se trasladan con el menor. El niño sabe en todo momento que la continuidad de su familia en el país está supeditada a su rendimiento como futbolista… una presión insostenible cuando la salida del equipo implica el fin del contrato de trabajo del padre/madre y la vuelta al país de origen, donde puede que ya no tengan trabajo ni casa…

Y yo me pregunto: ¿Es preferible que estos jóvenes futbolistas sigan sintiendo, «en directo», la presión de que el bienestar de su familia (pensemos, no sólo padres, también hermanos desplazados) depende de ellos hasta que consiguen un contrato profesional (si lo logran), a que vengan a España a jugar y se les garantice de algún modo unas condiciones mínimas adecuadas a su formación integral como persona, se establezca un «tutor» y un órgano de fiscalización, se regule la imposibilidad de conceder la baja antes del final de la temporada y se obligue a costear dos o tres desplazamientos del menor a su país (Navidad, Semana Santa y vacaciones de verano) y otros tantos de sus padres durante la temporada, así como con ocasión de cualquier circunstancia relevante para el menor?

Yo me inclino por lo segundo. Bastaría con suprimir la exoneración del apartado 1 (susceptible de todo tipo de fraudes y simulaciones), extender los requisitos que el apartado 2 del artículo 19 exige para los traspasos intracomunitarios de mayores de 16 años a todos los fichajes internacionales e incorporar alguna garantía más, nada especialmente gravoso para los «grandes» Clubes, que son los que pueden permitirse estas operaciones.

Por cierto… ¿apostamos a que los padres de estos jugadores reciben alguna oferta de trabajo los próximos días?

Por IUSPORT

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