Por Blas López-Angulo //

_________________________________________________________________________________________

El veterano periodista Manuel Revuelta me suele repetir últimamente que en España ha habido al menos dos presidentes de fútbol asesinados. Uno del Celta y otro del Málaga. En el primero se equivoca o recuerda mal. Se refiere a Rodrigo Alonso Fariña, perteneciente a una familia viguesa que ha regido los destinos celtiñas en gran parte desde su fundación. Tuvo que dejar el cargo por fuerza mayor. Al estallar el caso REACE fue procesado e ingresado en prisión. Seguía la estela de Vilá-Reyes, presidente del Español por otro caso más célebre: MATESA. REACE [Refinería de Aceites y Grasas] fue constituida por Alonso Fariña en 1956 con el fin de dedicarse al refinado y envasado de aceite en Redondela.

 

En el Consejo de Administración estaba don Nicolás Franco Bahamonde, hermano del generalísimo, cuando desaparecieron más de 4.000 toneladas de aceite de oliva, propiedad de la Comisaría de Abastecimientos y Transportes (CAT), valorado en cerca de 200 millones de pesetas. También se perdieron los 5.000 folios de la causa en la Audiencia Provincial de Pontevedra, presidida por el padre de Rajoy. Murieron en extrañas circunstancias varios de los principales encausados, así como el denunciante, su esposa e hija. En 1986 Pedro Costa recreó todo lo sucedido en la película Redondela. Carlos Larrañaga interpretaba el papel del presidente gallego. Le tocó pagar el pato, pero a pesar de su grave condena y de que sufría una enfermedad coronaria no he podido saber cuándo y cómo murió. En todo caso no le asesinaron a pesar de sus temores. Eleuterio Sánchez, el Lute, que compartió la misma cárcel cuenta en “Cuando resistir es vencer”  que de noche no dormía, pegado a una radio, por el “canguelo” de sobra fundado que tenía.

El que sí murió de tres puñaladas fue su colega, a la sazón presidente del CD Málaga, Antonio Rodríguez López, que había llegado hasta la amable Costa del Sol al frente de una empresa de construcción con sede en la calle San Miguel, patrono de Torremolinos, por entonces dependiente de Málaga. El gran periodista deportivo del diario Sur, Juan Cortés, nos recuerda que “el primer jeque del Málaga» procedía de Orense donde había sido soldador. Sólo pudo presidir  dos temporadas. Le cundieron con un ascenso, una permanencia holgada en Primera y los fichajes del mítico Viberti, Deusto, Macías, Vilanova, etc.
Pero el punto de partida de su asombrosa ascensión económica, nos dice ahora el cronista del ABC, fue la roca gibraltareña.

Un 30 de julio a las 5 de la tarde, puede que soplara el ardiente terral, salía de Villa Mercedes, su chalé en Montemar Alto, con su Ferrari rojo, el mismo con el que retaba a echar carreras desde Málaga a Marbella a sus jugadores o en que se dejaba ver por las discotecas de moda de la zona, también con ellos, dueños de esa noche glamourosa en el Torremolinos de los 70.

Poco después junto al vehículo se hallaban los cuerpos malheridos de dos hombres a pocos metros el uno del otro, sangrando abundantemente. Uno de ellos era Antonio Rodríguez. El otro, un joven vagabundo de origen murciano.

El empresario había recibido llamadas constantes. Toda Málaga sabía que el célebre dirigente se consideraba amenazado por la ostentación absurda -relata el cronista-, casi infantil que hace de la pistola que lleva sujeta al cinturón.

En su ascendente carrera sus finanzas mostraban muchas aristas y probables enemigos. Los mismos que, según la hipótesis más plausible, eligieron a ese pobre vagabundo llamado Mariano para utilizarlo de chivo expiatorio. Le pudieron engañar con el pretexto de que le iban a llevar a casa de un hombre rico, que había jalonado de hoteles y urbanizaciones la costa malagueña, que le podría dar trabajo como camarero.
Cuando el Ferrari de Antonio se acercaba a la curva en la que tenía que aminorar la velocidad, pudieron encargar a Mariano que detuviera el coche para hablarle, cosa que hizo. Luego apuñalaron al presidente y dispararon contra Mariano, tratando de aparentar que se mataron entre sí. Un crimen perfecto sin resolver.

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad