Por Blas López-Angulo //

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Recién terminada la primera fase del Mundial, este invento de feria trucado, y sin embargo, que nos gusta tanto; voy a valorar la que para mí es la mejor selección nacional de la historia. Y no, qué va, no es la de Del Bosque ni mucho menos. Primero, han perdido una oportunidad inmejorable de saber perder y asumir sus responsabilidades. Como nadie dudó de su mérito en sus impagables (o sí) y repetidas hazañas competitivas. Deberían tomar ejemplo de Prandelli, una persona exquisita y admirable, y del presidente de la Federación Italiana, que también ha dimitido, a pesar de que su postrera eliminación ha sido injusta. La española, en cambio, merecidísima.

Puede que lo viera en una película de los Monty Python, me refiero al inédito partido entre Alemania y Grecia, disputado entre los más reconocidos filósofos de Occidente. He pensado en un equipo patrio competitivo de todos los tiempos y no me ha servido ni el famoso Ortega primero de España y quinto de Alemania para ablandar nuestro recio pesimismo histórico.

En cambio, arrasamos en artistas de la más diversa consideración. Para el próximo partido de “la Roja” Del Bosque, o mejor otro de distinta competencia, debería someter a nuestro gusto la lista de seleccionables. Esta es la mía.

 

En la portería Machado, este oriundo portugués disfrutaría de sus paseos solitarios de entre hora y media y dos horas mientras The new Spain off Tiki-taka elabora(ba) su fútbol de ensueño. Galdós haría muy bien de carrilero incombustible con novelas/episodios todos los años, un auténtico currito de lujo. Quevedo, de central no tiene precio, en realidad es versátil y lo mismo podría desconcentrar a sus rivales con sus versos que al árbitro con sus ditirambos.

 

Otro tanto cabe decir de Rojas, autor emboscado de la Celestina, fue un colega licenciado en leyes del que presumo inteligencia tan clara que lo mismo pudiera defenderse él mismo de marrano que escribir la novela/denuncia de la hipocresía de 500 años. De la Cruz, segoviano, no el viejo culé, lo visité en Úbeda, de su cántico espiritual me quedo con su amada mientras él discurre por la banda místico y audaz.

 

De medio volante, no piensen ya en Xavi Hernández, sino en Miguel Hernández, “El barbacha, porque jugaba bien y era fuerte, pero lo hacía algo lento, y como hay por estos terrenos caracoles que los llaman “barbachas”, por eso» (Vicente Sarabia, “el Paná”, jugaba junto al bravo poeta en La Repartiora de Orihuela). Cervantes, pucelano alcalaíno, viajero perdedor de Sevilla a Lepanto, quisiste engañar al Fisco y a una tal Dulcinea del Toboso: en sus labios encontraste más gloria que en esta España que después te pregona.

 

Lorca, señorito andaluz, tu vida regalada de pianos y madreselvas, redimida de pueblo en pueblo por barracas de la República. Velázquez, delantero del Madrí, firmaste la modernidad, hasta me atrevería a decir a tenor de tanto pedante, la posmodernidad , que si estabas dentro del cuadro que pintabas, qué sé yo…Y llegamos a lo mejor, la delantera que marca las diferencias (en esto he de decir para ser sincero que prefiero a las turgentes italianas, con la Sofia Loren y la Mangano a la cabeza), Picasso, ese otro oriundo no tan remoto, nacido en Málaga, amigo de Príapo y sus musas, amigo de todas sus musas de su febril virtud artística.

 

Nos queda el otro ariete, Goya, aragonés, cabezón por el que festejan unos premios cinematoplásticos que caen en manos -abrumadoramente- de quienes más lo ignoran. Qué decirte, maño, a Zaragoza como tú en mi juventud acudí, a estudiar, se supone, sin ningún fruto. Me meo en todos los reales académicos, y te imagino hastiado en Burdeos, casi como yo a mi mediana edad de esta España sempiterna. En el banquillo he sentado a Berceo, mi paisano, por ser el primer poeta en esta lengua que nos muestra, que nos presenta, que nos define… A Ortega (y Gasset) que no son dos, sino uno, también lo estimo en mis lecturas, su cultura y erudición me aprovecha.

 

Nada, en cambio,esa corte suya de corifeos. Sólo siento su amor de alcanfor y naftalina por marquesas que mientras paseo por Serrano me evocan una vida rendida, lo mismo a Franco que a placeres mundanos. Baroja, usaba boina como uno mismo podría hacer si no añorarse los fríos vientos del Norte desde la estación de su mismo nombre, desde donde tú partías, en Príncipe Pío, impio Pío, todos los veranos. Hemingway vino a entregarte hasta tu tumba su futuro Premio Nobel en un acto de justicia que lo honra. Unamuno, bilbaíno del Athletic o tal vez de cualquier otro por llevar la contraria sobre esto y aquello. Te leo y no te reconozco en ninguno de mis contemporáneos. ¡Tanto hemos degenerado! Tan sólo me queda Larra, genial afrancesado, te equivocaste de país, dos siglos después, en este solar escribir sigue siendo llorar.

 

Debe de ser cierto eso de que cada españolito lleva dentro un experto entrenador. «Yo junto a Cervantes habría colocado a Valle por lo de mancos ilustres que en su día arrasaron por las bandas, y de delantero Chirbes…»- me sugiere un amigo lector-. O, «¡vamos, don Ramón, que lo suyo no fue en Lepanto!». Chirbes es ACTUALIDAD. A Cervantes, muy pocos de su contemporáneos lo hubieran incluido en su momento, aunque el Quijote funcionara como un best-seller ¡Tenemos necesidad de prospettiva!

 

Para la lista de convocados incluiremos, pues, no sólo a Valle sino a otros artistas de otros ramos: Buñuel, Falla tal vez, tampoco falla Oteiza, ¿Chillida? Calatrava, je, je, ¡sí!, como sus puentes; y, por supuesto, al Arcipreste de Hita, Manrique, Lope y Calderón (que sí eran dos), Huarte de San Juan, Servet, Gracián, etc. Arduo trabajo este de seleccionador. No me extraña que haya tanto opinador para echarle una mano.

 

Por IUSPORT

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