Por Abel Hernández Blanco //

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La terrible noticia del fallecimiento de un hombre – Francisco se llamaba- oscurece y empaña al mundo del fútbol en este país nuestro. Francisco acudía como seguidor a ver a su equipo el Deportivo de La Coruña, que se enfrentaba al Atlético de Madrid en el Vicente Calderón, a orillas del río Manzanares, aguas de donde  lamentablemente hubo que sacar al propio Francisco tras haber sido golpeado violentamente por algún desalmado.

 

Tras esta muerte llega la hora de las lamentaciones, los ¡Ay! y los porqués. Cierto es que existe un asesino al que habrá que criminalizar, detener y juzgar. Habrá quien se pregunte porqué se jugó el partido mientras Francisco se debatía entre la vida y la muerte, al parecer se intentó por parte de la LFP que se aplazara, pero mira por donde, en un domingo donde en este país se juegan cientos de partidos de fútbol, nadie fue capaz de encontrar a nadie en la Realísima Federación Española de “Furbo” para que tomara decisión alguna. Qué andaban ¿de vacaciones? De todos modos se jugó y por suerte no ocurrió ningún incidente.

 

Lamentable fue también la explicación de Enrique Cerezo: “Fue lejos del Estadio, no tenemos nada que ver con eso”. Como Pilatos se lava las manos. Pero es el Club que preside quién sigue permitiendo que grupos como el Frente Atlético campen a sus anchas y no se toman las decisiones apropiadas para acabar con estos hooligans de raíz. Ejemplos como cerrar la grada de Ultra Sur en el Bernabeu o los Boixos en el Nou Camp no están muy lejanos y demuestra que si se quiere, se puede.

 

Culpables son todos los que amparan y consienten estas actitudes en su gran mayoría de ideología fascista. Culpables quienes participan en ellas y entre ellos el propio Francisco. Y es duro decirlo, pero hay que preguntarse algo: ¿Qué hacía Francisco – recordemos que tenía 43 años y un hijo – a las nueve de la mañana de un domingo en una reyerta en la que se supone previamente se habían citado, ¿para?: desayunar unos churritos en estupenda armonía? Si Francisco acudió a sabiendas, es también culpable de estar allí – nunca, por favor, ser culpable de que lo mataran – sino de acudir voluntariamente a una pelea. Si circunstancialmente le pilló por sorpresa, entonces me comería mis palabras.

 

Y yo me pregunto: ¿qué ocurre en el cerebro de un ser humano para abducidos por algo o alguien sean capaces de retarse para insultarse, pegarse y hasta matarse y arrojar un cuerpo a un río? Pero qué estamos haciendo mal?
El día anterior, en Madrid y en muchas ciudades españolas otra gente salió a la calle a protestar y exigir derechos y dignidad de manera civilizada. Yo me vuelvo a preguntar si alguno de estos que madrugó para retarse en el Manzanares estuvo presente en alguna de estas marchas? También me pregunto cuantos de ellos han abierto un libro en su vida, o han leído algo más que la alineación de sus equipos?

 

Culpables somos todos por dejar que todo esto ocurra a nuestro lado pero miremos para el otro. Queda mucho por educar en nuestro fútbol. La violencia es parte de la incultura. Sólo los más inteligentes utilizan a los incultos e incompetentes para sus fines y encima estos torpes les ríen las gracias. ¿Qué ha ganado el asesino de Francisco, está feliz, podrá explicárselo a su hijo de cuatro años ahora huérfano? ¿Qué han ganado estos ultras, otra muesca en su revolver? Ahora todos se reunirán, el CSD, los responsables políticos, hasta los de la Federación aparecerán también?

 

Como siempre en este país, nunca pasa nada hasta que pasa. Hemos perdido otra vez todos. Todos somos culpables de que Francisco ya no vuelva nunca más a Riazor.

Por IUSPORT

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