Por Eva Cañizares //

_________________________________________________________________________________________

Llevaban tiempo dándole vueltas, algo había que hacer. Cinco meses sin cobrar sus salarios hacía que la situación se volviera cada vez más insostenible, hasta el punto de que los sueños de alguno de ellos de hacer carrera como futbolista aquí España se tornaba en drama, al no poder ni siquiera pagarse un piso y verse obligado a dormir en un colchón en el frío suelo de una habitación sin calefacción en las instalaciones del Club.

Ante esta dramática situación los jugadores del Racing de Santander se han plantado y han gritado BASTA: “Tenemos la voluntad irrevocable de no jugar contra la Real”. Y lo han hecho a pesar de que el club está sumido en una deprimida situación económica, a pesar de estar liderando su grupo de Segunda División ‘B’ y a pesar de haberse metido entre los ocho mejores de la Copa del Rey, dejando en el camino a dos clubes de Primera como el Sevilla y el Almería ganando a domicilio. La dignidad de los jugadores del Racing se ha impuesto al esperpento de sus dirigentes. Cumplieron su amenaza los verdiblancos y no disputaron el partido contra la Real.

Bajo una intensa lluvia, en las gradas de El Sardinero sólo se escuchaba un lamento: “No se juega”. Sacó el equipo visitante y los jugadores locales se arremolinaron en el centro del campo, se abrazaron y se plantaron. El árbitro pitó el final del partido y la afición los despidió cantando “campeones, campeones”. Cumplieron la promesa de no disputar el partido porque las condiciones que pusieron sobre la mesa no fueron cumplidas: el Presidente del Club y su directiva seguían al frente y las deudas sin estar saldadas.

Previamente al partido, se reunieron con representantes de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), que les informaron de las consecuencias que podía tener el no disputar el encuentro: de 3.000 a 6.000 euros de sanción al club (artículo 79 en relación con el 77 del Código Disciplinario de la RFEF), e incluso la suspensión de dos a seis meses de aquellas personas directamente responsables de la infracción (artículo 84 del Código Disciplinario de la RFEF). Aún así, según dicen, el presidente de esta Asociación garantizó a la plantilla que la Federación no actuaría contra ellos. “Están fuertes, unidos y convencidos. Nosotros no podemos más que estar con ellos”, aseguran que sentenció el referido presidente de la AFE.

Mientras tanto, los movimientos no cesaban. El PP expulsaba al ex presidente del Racing y ex secretario general del PP de Cantabria, Francisco Pernía, que supuestamente aún gobierna el Club en la sombra. A media tarde, según anunciaban diversos digitales, renunciaba Manuel Broseta como secretario, un abogado crecido a la sombra de la Generalitat, primero con Zaplana y luego con Camps. Y es que el problema del Racing dejó hace tiempo de ser un asunto meramente deportivo.

Como he dicho, tres son los artículos del Código Disciplinario de la RFEF que resultan de aplicación a este conflicto: los artículos 77, 79 y 84. El citado artículo 79, en relación a la retirada de los jugadores del terreno de juego, se remite, en cuanto a las sanciones que corresponden, al artículo 77 que establece que serán las siguientes: “… Siendo la competición por eliminatorias se considerará perdida para el incomparecido o retirado de la fase de que se trate. En cualquier caso, el club en cuestión no podrá participar en la próxima edición del torneo” (queda ambigua la interpretación de si se refiere a la próxima edición en la que el club infractor esté clasificado y no la próxima en tiempo). Además, y como ya adelanté, está prevista una sanción de entre 3.000 y 6.000€ de multa por estar adscrito el club infractor a la Segunda División B.

Y no solo eso. La reglamentación federativa prevé que el club infractor indemnice a la RFEF si incumple lo estipulado en materia de retransmisión de los partidos. Como este encuentro iba a ser retransmitido por Canal Plus, éste podría exigir los daños y perjuicios ocasionados por la suspensión, pero no al Club infractor sino al organizador del partido (RFEF o LFP, según determine el Convenio de Coordinación entre RFEF y LFP). El organizador, a su vez, podría reclamar posteriormente al Rácing. Y el Rácing, por último, a los jugadores. La situación para el Club es bastante compleja, porque si decide sancionar a los jugadores, los termina de hundir en la miseria. Pero si, por el contrario, su decisión es la de saltarse la normativa federativa, dadas las circunstancias, los administradores podrían enfrentarse a las acciones de responsabilidad que pudieran corresponder.

Y, por si todo esto fuera poco, la cosa se complica al ser de aplicación también el ya referido artículo 84 del Código Disciplinario de la RFEF, que establece que “Las personas que fueran directamente responsables de la incomparecencia prevista en el artículo 77 serán sancionadas con suspensión de dos a seis meses, como autores de una infracción de carácter grave”. En este caso, los jugadores.

Pero no todo está perdido. Aún queda la esperanza de que el presidente de la RFEF, Ángel Villar, indulte a club y jugadores, pues han sido varias las ocasiones en que aquél ha adoptado esta medida de gracia desde que preside la RFEF. Recordemos aquella ocasión, allá por el año 2.000, cuando el FC Barcelona no se presentó al partido de vuelta de semifinales de la Copa ante el Atlético de Madrid. El FCB argumentó que sólo tenía a disposición del entrenador once jugadores. Otros episodios sonados que también finalizaron con el indulto de Villar fueron el de la famosa cabeza de cerdo lanzada al césped del Camp Nou y el del dedazo de Mourinho a Vilanova. Si entonces perdonó estas infracciones ¿con qué excusa podría ahora negarse a actuar de igual forma?

En definitiva, aunque los protagonistas de esta triste historia son los jugadores del Racing de Santander, es una situación que se está viviendo en muchas otras entidades deportivas que han sido gestionadas de forma muy poco profesional, lo que les ha llevado a una situación financiera muy deprimida. Y ahí siguen aguantando en silencio, aunque seguramente el grito de BASTA y el ejemplo de sus compañeros racinguistas han debido calar muy hondo en sus oídos.

Y es que hay veces que la impotencia nos lleva a acorazar de miedos las paredes de nuestras mentes, y así, al abrigo de nuestros caparazones, creemos que nos defendemos encerrados tras una aparente libertad de rejas, mirando el mundo desde una ventana cada vez más pequeña hasta que terminamos por cerrar los ojos para no ver, no sentir, no odiar siquiera, suavizando el suelo para acomodarnos más y mejor a las caídas, llegando incluso a pensar que para qué vamos a levantarnos si tampoco se está tan mal así, tumbado. Pero llega un momento en que la necesidad apremia a la comodidad y nos empuja a gritar, aunque solo sirva para secar una gota de sudor en la próxima guerra.

EVA CAÑIZARES RIVAS
Abogado y Master en Derecho deportivo

Publicado en http://evacanizares.wordpress.com/

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad