Por Javier Rodríguez Ten //

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El Barón Pierre de Coubertin resucitó el olimpismo hace ya mucho tiempo, y de ahí que el francés fuera el idioma oficial olímpico, seguido (equiparado ya) por el inglés, que se ha convertido en su compañero inseparable. Y digo yo, al estilo Mourinho: ¿por qué? Me cuadra más el griego, en plan romántico…

 
El español es la segunda lengua materna del mundo… por detrás del chino mandarín, por lo que si alguna lengua debe ser la segunda del movimiento olímpico debe ser el chino. El problema es que se trata de un idioma concentrado, carece de expansión mundial, no permite interactuar en todo el planeta, por lo que… blanco y en botella: el español. Pero no; el inglés. ¿Y eso? Se pueden imaginar.
 
El problema no es baladí. Desde que Ana Botella no debió verse forzada al «relaxing cup of coffee», sino que el japonés debería habérselas visto y deseado para explicar en español las ventajas de Tokyo (además, estábamos en Buenos Aires), hasta que la página de la AMA te permita acceder en castellano (qué poca vergüenza la de remitir al traductor de google, será la crisis) o, más importante, que se pueda actuar ante el TAS en español. ¿Por qué todo abogado sudafricano o australiano puede acudir un buen día a Lausana, mientras que los de España e Hispanoamérica deben tomarse el esfuerzo de dominar el inglés para siquiera planteárselo? 
 
Lo cierto es que no se me ocurre el motivo de que los Comités Olímpicos y las Federaciones deportivas de los países hispanohablantes no hayan exigido con firmeza la equiparación del español / castellano como idioma, a todos los efectos, ante el COI y los organismos que lo rodean.
 
A lo mejor es el momento. Juntos, podemos conseguirlo. Pidámoslo.

Por IUSPORT

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