Por Juan de Dios Crespo Pérez //

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El paraguayo Delio Toledo, del Espanyol, fue culpado de alterar la partida de nacimiento para poner a sus progenitores como españoles y así adquirir la nacionalidad de nuestro país. Fue descubierto por la Federación y sancionado. 

 

Acabo de estar en el 50 aniversario de la FIFPro que, de forma extraña y casi mágica, coincide con la fecha de la sentencia Bosman y el bueno de Jean-Marc ha sido homenajeado en el congreso del máximo organismo mundial de los futbolistas profesionales. 

 

Ha sido este Congreso de Amsterdam algo mitigado, cuando se exaltaba la figura de Bosman, y la de otros “héroes deportivos” que llevaron y siguen llevando batallas jurídicas en pro de la mejoría legal de los deportistas. Y este es mi sentimiento cuando Bosman, algo avejentado a sus sólo 51 años, y muy emocionado, agradece el homenaje que sus padres le hacen y se muestra orgulloso de haber iniciado esa revolución, pero echa en falta que sus hermanos futbolistas le hayan agradecido su guerra. 

 

Dice que no le han dado las gracias por su gesto, que le costó la carrera profesional y eso se refleja en su cansancio. Sin embargo, detrás de este, se le ve feliz, aunque algo despistado entre tantos que, ahora sí, le dan esas gracias que ha estado esperando 20 años. 

 

Aparte del hecho humano y del jugador que perdió su vida deportiva y gran parte de la personal también, quedará su nombre y su valentía. Ahora es fácil pensar que, después de acabar un contrato, uno es libre de ir donde quiera, incluso de pedir más dinero por “quedar libre”, pero esto, antes de Bosman, no era así y fue él quien se jugó el pellejo. 

 

También parece obvio que franceses, alemanes y otros comunitarios (y luego los B y los C…) puedan ser fichados sin restricciones y formar parte de todos los clubes de la Unión Europea, sin traba legal alguna. Pero, esto también ha sido gracias a Bosman y su sentencia. 

 

Cuando los derechos adquiridos lo son y desde hace tiempo, 20 años en este caso, no se les da importancia y se ve la historia como algo lejano que casi no se debería recordar. Pero, y he aquí la necesidad de estar pendiente de ella y de volver a ponerla en su sitio, en la actualidad, porque sin esos pioneros no existirían estos derechos. 

 

El esfuerzo personal de Bosman logró que los futbolistas, y todos los deportistas que se colaron después por la brecha jurídica abierta por él, le ha costado dinero y familia pero su lánguida mirada, algo perdida al dirigirse al público, demuestra que aún está en su mundo, intentando jugar al fútbol, sin trabas, pero luchando contra fuerzas que, sólo con años de trabajo, se pudieron vencer. 

 

Se merece Jean-Marc, tras esos 20 años, que se le recuerde como futbolista, que eso es lo que él pedía ayer, aunque, para bien o para mal, su nombre siempre estará asociado al Caso Bosman, sin recordar su carrera. Le vi como en aquella película de Fred Zinemann, Solo ante el peligro, como un Gary Cooperencogido pero sin embargo dispuesto a todo.

Por IUSPORT

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