Por Blas López-Angulo //

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Se ha contado bastantes veces la anécdota, una más de Belmonte, sobre el banderillero suyo que llegó a gobernador. Incluso alguno rematadamente mal como el exalcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, que no pasará precisamente a la historia por sus luces ni por su gracia. Gente idiota con cargos hay un montón, pero algunos son extremadamente insuperables.

Joaquín Miranda González no llegó a matador de toros por mediocre. Después de muchos años de novillero fue conocido en su profesión como subalterno y peón de confianza de varios espadas punteros, entre ellos, “Maera”, “Algabeño”, Marcial Lalanda y Juan Belmonte. Tras su matrimonio abandonó la carrera taurina para ocuparse de los negocios de construcción de su suegra.

Llegó a alcanzar un gran predicamento político durante la guerra. De esos años data su nombramiento como Gobernador Civil de la provincia de Huelva y como tal le tocó presidir un festival benéfico al que asistía el Pasmo de Triana. «Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo?».

 

Belmonte respondió con un lacónico «Sí». Y el interlocutor insistió: «Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?». Al torero le salió su genial tartamudeo y respondió: « De… de… degenerando…».

Y eso decíamos ayer, que se mantiene felizmente la buena crónica deportiva en los medios no específicamente deportivos, pero abunda el grito pelao del forofo, la histeria y la venalidad en los propiamente deportivos, en los que cuesta creer que sus profesionales tengan título como tales, siquiera de decencia y de conocer la más elemental gramática parda, esa misma que daba título a una de las novela más divertidas e instructivas del atlético Juan Hortelano.

Cuesta vislumbrar entre los “colegas” actuales un Pedro Escartín, un Jacinto Miquelarena, un Ricardo Ruiz Ferry, un Eduardo Teus, Un “Juan Deportivo”, etc. Comentaristas deportivos de juicio sereno y razonado. “¡Qué país, Miquelarena, que país!»

Jacinto Miquelarena, escritor bilbaíno, fundó y dirigió el periódico deportivo Excelsior antes de pasar a la redacción de ABC en 1932, y dirigir la revista deportiva Campeón. Poseía grandes dotes literarias y fino humor.

Ricardo Ruiz Ferry, fue de los primeros en dedicar su actividad periodística a los deportes, especialmente en las ramas de la aviación y del automovilismo. No todo iba a ser fútbol en aquellos tiempos. Fundó y publicó durante años la revista Heraldo Deportivo, la mejor en su género.

Eduardo Teus, falleció en 1961 “con las botas puestas” en San Mamés por culpa de una angina de pecho que no le dejó terminar la crónica que estaba escribiendo en su bloc de notas en un partido entre el Athletic contra el Real Madrid, que estos ganaron 2-0. Portero del Real Madrid, seleccionador nacional y cronista deportivo en El Imparcial, El Sol y después de la guerra en Ya.

Juan Deportivo, Alberto Martín Fernández, acuñó eso de la “furia española” en los juegos olímpicos de Amberes (1920), aunque a juzgar por los resultados ¡de un siglo! nos ha hecho mucho daño hasta dar con el tiki taka campeón. Sufrió un infarto, murió poco después también de redactar su última crónica.

Pedro Escartín, fue también futbolista y seleccionador nacional, árbitro de prestigio internacional, además de periodista de fuste, su libro Reglamento de Fútbol Asociación / comentarios y aclaraciones, editado en 1941, imprescindible para aficionados y profesionales del fútbol hasta hace bien poco.

Después de estos verdaderos expertos, asaltan las ondas y los medios mayormente  otros colegas, a los que no les va del todo mal. ¿Cómo? Degenerando, que es un prosaico gerundio.

A Paz, mi hermana taurina.

NOTA DEL AUTOR: Artículo publicado en el Diario de Soria.

Por IUSPORT

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