Por Javier Rodríguez Ten //
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La reforma concursal de 2011 en el ámbito del deporte iba a suponer la primacía de la legislación deportiva sobre el paraguas concursal, pero una deficiente técnica normativa, la omisión del legislador en completar el modelo y las resoluciones judiciales que se fueron dictando la dejaron a medio camino.
Años después (pocos, pero ya son años), los retoques efectuados han venido omitiendo remediar, siquiera en parte, el problema. Suprimir la referencia a los seis meses del proyecto de Ley del que nunca se supo, cambiar «normativa» por «legislación» o aclarar (adelantar) esas consecuencias (tan fácil como positivizar la legalidad de medidas como el descenso por deudas o la no prestación de servicios federativos) habría sido enormemente sencillo, despejando un camino que cada vez parece más claro.
Seguiremos esperando.