Por Juan de Dios Crespo Pérez //

_________________________________________________________________________________________

El fútbol, seguramente el único deporte que iguala  a todos y que permite despuntar a cualquiera con clase o con garra, que fue además el que primero acogió a las clases menos favorecidas, pasando de ser jugado por gentlemen a lograr cuajar en las ciudades portuarias, mineras e industriales, se ha llevado una tarjeta roja.

 

Roja como la que el Estado Islámico le mostró, prohibiéndolo en Irak, donde un grupo que se reivindica de esas siglas ha matado hace unos pocos días a trece adolescentes que miraban un partido por televisión, el Irak-Jordania del Copa de Asia de Naciones.

 

Roja como la sangre de esos muchachos que soñaban con ser futbolistas o simplemente disfrutaban de un ocio entre tanto odio y guerra. La noticia se publicó en una página de internet de otro grupo, intentando mostrar las barbaridades de aquél…

 

No sé si será cierto lo publicado porque uno no sabe a qué atenerse con internet, que es una gran aventura pero también un gran pozo de engaños. No hay reglas ni leyes mientras que la prensa sí está sometida a la legalidad y al control. Pero no quiero divagar sobre eso sino solo manifestar que si fuera cierto, estaríamos ante algo simplemente absurdo, porque no caben más calificativos.

 

El fútbol no es una “importación de Occidente” como algunos extremistas quieren hacer creer, sino una forma de ocio que nos iguala a todos y que hace soñar al pequeño, al mediano, al grande, gordo o flaco, con regate o con anticipación, a quien tenga una cualidad que le permita destacar. Pero, aparte, permite la alegría de quien solo quiere jugar, simple y llanamente y si eso es lo que se busca impedir, quizá el fútbol sea el mayor enemigo de esos desquiciados, porque el deporte más conocido, practicado y popular del mundo mezcla razas, creencias, físicos y armoniza las diferencias.

 

A veces solo pensamos en el balompié como producto de Ligas grandes, de eventos multitudinarios pero no solo es eso, es alborozo y placer de jóvenes y mayores, hombres y mujeres y, a pesar de que algunos lo llamaron el opio del pueblo no lo es. Mucho intelectual lo amó (Alberti, Camus, Galeano…) y hoy en día ya se le reconoce en los círculos en que antes fue denostado.

 

Nació en las universidades pero creció en esos lugares industriales permitiendo al trabajador tener un momento de placer, como con otros deportes, pero este es el que más cuajó. Cuando ocurren estos hechos incalificables es cuando más debemos recordar qué es el fútbol y disfrutar de él, como espero que se siga haciendo en todo el globo sin prohibiciones y sin tarjetas rojas. Ojalá haya sido solo una noticia falsa.

 

Para conocer algo de historia del fútbol en general y en España en particular, recomiendo el libro “Una patria posible. Fútbol y nacionalismo en España”, de Juan Carlos de la Madrid, editorial Trea.

 

NOTA DEL AUTOR: publicado en el diario Marca.

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad