Por Javier Rodríguez Ten //
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En tiempo récord el FC Barcelona ha pasado de estar en la ilegalidad (ya saben, entrada de menores sin entrada) a plantear una posible solución al problema (las invitaciones), pero el tema no termina de convencer.
Lo primero que no convence es que ninguno de los responsables de seguridad en los eventos del Nou Camp se haya dado cuenta nunca del «asunto». Tanta Ley antiviolencia, tanta previsión de sanciones, tanto órgano encargado de controlar, verificar, supervisar, inspeccionar y demás verbos… y a nadie sorprendía que los niños pasaran los tornos sin entrada y posiblemente sin ser contabilizados… Increíble… Algo solo superable por el «patinazo» de la responsable política, que no sabía que el tema estuviera regulado… desde 1993… Estas cosas no pasan , por ejemplo, cuando de asuntos fiscales se trata, que nunca se olvidan de que existe un impuesto… y te lo cobran, por muy antiguo que sea.
A continuación aparece el tema de las invitaciones. Es evidente que se debe fomentar que los niños vayan al fútbol, y yo estoy de acuerdo con lo que pretendía el FC Barcelona, sin ningún ánimo de lucro y con una merma de la seguridad relativa (el menor va con un adulto, ya no hay vallas…). Pero, salvo error por mi parte, no tengo claro que se esté siguiendo el criterio de asignarle un asiento concreto, que es lo estrictamente legal, asiento individualizado.
No es lo que me importa en el presente comentario. Creo que la futura ley del deporte profesional debe ser aprovechada para matizar esta regulación y admitir que los niños menores de una determinada edad puedan acceder, identificados, junto a un mayor de edad, de manera gratuita y asumiendo éste la responsabilidad de ubicarlo en su asiento durante todo el partido (si hay asientos libres próximos, se podrían usar). No hay ánimo de lucro, la merma de la seguridad es discutible y promovemos el fútbol. Si todo lo demás funciona, no debe haber problema alguno.
