Por Iván Palazzo // _________________________________________________________________________________________
La problemática de la migración de los futbolistas juveniles de sus clubes de origen.
En el ámbito futbolístico los menores de edad están expuestos a ser absorbidos rápidamente por las reglas del mercado y quedan finalmente al servicio del deporte, lo que desmedra su formación integral como personas. Por eso merecen protección, por su mayor vulnerabilidad.
El sueño de muchos niños especialmente de los países subdesarrollados de América o África es llegar algún día a jugar al fútbol profesionalmente en Europa, aunque pocas veces se les advierte que las posibilidades de fracaso son mayores que las de éxito.
En la mayoría de los casos estos chicos son entregados por sus padres a un intermediario o representante (llamados en la jerga del fútbol, cazatalentos o robacunas) a cambio de sumas de dinero o por la promesa de ser llevados a paraísos futbolísticos que después no resultan tales y muchos de esos menores después de ver truncados sus sueños de futbolistas por alguna lesión temprana o por haber sido descartados en los clubes donde se fueron a probar, permanecen en el país extranjero escondidos sin papeles, expuestos a la mendicidad, a la drogadicción, a la delincuencia o aceptando cualquier trabajo.
Este tema en el fútbol enfrenta a los clubes con los padres de los menores amateurs o aficionados, es decir que no tienen contrato. Los motivos residen no solamente en el ejercicio de la patria potestad, en virtud del cual los padres intentan retirar a su hijo del club donde venía jugando para que continúe su carrera en otro, sino también en el respeto de los derechos de formación de las instituciones por lo invertido en la educación y formación deportiva del jugador.
La abolición del derecho de retención que atesoraban los clubes, que comienza a avizorarse con el renombrado caso Bosman y termina por establecerse expresamente en el Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores (RETJ), con las modificaciones reglamentarias realizadas por la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), en septiembre de 2001; permitió a los clubes extranjeros llevarse los juveniles de las divisiones inferiores de los humildes clubes formadores, sin obligación de pagar una indemnización por la transferencia, ante la perplejidad de estos últimos frente a la masiva migración de sus jugadores.
Las circunstancias narradas ut supra, tuvieron consecuencias gravísimas debido al éxodo masivo de menores de sus lugares de origen, lo cual fue objeto de investigaciones que arrojaron resultados sorprendentes, ya que de conformidad con las estadísticas de finales de la década del noventa, un alto porcentaje de menores que se encontraban en países europeos en situación de ilegalidad, habían arribado al continente merced al sueño finalmente frustrado de ser futbolistas.