Por Javier Rodríguez Ten //

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Que no hay que mezclar política y deporte es una frase reiterada, que sabemos que no es realidad en el deporte de élite, especialmente en las competiciones internacionales. El deporte es utilizado por la política, y la política es aprovechada por el deporte moviendo los resortes oportunos.

 
A Diego Costa lo quieren «fusilar» en Brasil por haber elegido jugar con España. Si fuera pescadero, nadie se escandalizaría porque hubiera adquirido la doble nacionalidad hispano-brasileña, pero como juega al fútbol y destaca, puede representar a su país. El problema es que ahora tiene dos países… (y vaya por delante que mi parecer es que la seleccionabilidad debiera ser en el país de origen, no en el de adopción). Pues bien, se le quiere… retirar la nacionalidad brasileña. El deporte recurre a la política, y alguien en FIFA debiera actuar desde ya mismo contra la CBF, porque la cosa es grave e intolerable. Y peligrosa.
 
El incendio de la CBF contra Diego Costa excede de lo deportivo. Y dado que a algunos se les llena la boca con la «especificidad del deporte» y de la «no injerencia en el mundo del fútbol» (circunstancias que compartimos en numerosas ocasiones), esos mismos debieran tapar la ídem a quienes intentan actuar políticamente contra un deportista que ha ejercido un derecho permitido por la normativa futbolística. Bien, puede que sea una laguna que ahora se solucione para futuros supuestos, pero Diego Costa no ha hecho sino lo que le permiten las normas FIFA. Y si hubiera optado por Brasil aquí nadie se hubiera rasgado las vestiduras.
 
Desde el momento en que la CBF no ha estado a la altura y no ha asumido la decisión del jugador, respetándola aunque no compartiéndola (que era lo procedente), quitando importancia al asunto, ha puesto en el punto de mira a Diego Costa. En especial, a su familia y amigos en Brasil, donde el sentimiento nacional es (afortunadamente) muy superior al nuestro. Y donde pueden pasar cosas.
 
El mal ya está hecho y esperemos que no se produzca ninguna desgracia (si sucede, la culpa será de los ineptos de la CBF y de quienes no los hayan puesto en su sitio). Por eso al inútil que ha movido todo esto hay que echarlo del fútbol, mejor hoy que mañana, y no dejarlo volver jamás. Eso corresponde a FIFA. La presión, a FIFpro. Y desde España, algún cable «oficial» al jugador.
 
 
 
 

Por IUSPORT

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