Por Blas López-Angulo //

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Suele decirse de los homenajes que a menudo llegan tarde porque le pillan al homenajeado metido en la tumba sin posibilidad de corresponder a la multiplicación masiva y festiva de los agasajos. No otra cosa significa etimológicamente panegírico, sino esa fiesta donde la peña unida junta alabanzas con más o menos solemnidad, con más o menos tino. Me parecen, por el contrario, ahora más indicados los panegíricos a Luis Aragonés que en vida. En la mayoría de los mortales produce el efecto indeseado de su engreimiento. Y él tampoco en eso fue una excepción.

En la excepción que viene a ser el fútbol, ese lamento a las póstumas celebraciones lo desmienten paladinamente las presentes evidencias. Al marqués de Del Bosque no le faltan reconocimientos. Y hay chavales que con dos patadas bien dadas ya se los disputan a golpe de talón los grandes. Don Vicente va sin parar desde que ganó el Mundial y luego la Eurocopa, de festín en festín y de pueblo en pueblo. Con el paso del tiempo puede que incluso a un tipo tan asentado como el salmantino acaben haciéndole daño.

Ya se sabe que cualquier humano es más frágil ante la lisonja que ante el vituperio. Luis Aragonés fue despedido tras ganar la Eurocopa, después de sacar a la roja o rojilla -que también ganó de azul- de una pertinaz sequía de más de 40 años. Otros sabrán las razones.

Del Bosque ganó más títulos europeos con el Madrid y fue rechazado por el señor Pérez por ser un entrenador de «perfil bajo». A don Luis puede que le tirara su «perfil alto», si por él se entiende tener un carácter más bien hosco y desabrido, dado a propiciar un buen número de episodios chuscos. Cuando se topó en sus muchos años de atlético con un tal Gil y Gil, llegó a agarrarle de los ojales de su chaqueta para echarle del vestuario, un lugar que tantos presidentes toman como una prolongación de su  cortijo. Los jugadores, mitad gente seria, mitad vedettes mimadas y consentidas, tomarían buena nota.

Que a ese chico difícil que ha sido Eto’o le “acariciase” con ambas manos el cuello tampoco es para escandalizarse si lo añadimos como escena a «El sargento de hierro»». Lo mismo si incluimos «negro de mierda» (*) en alusión a Tierry Henry. En Inglaterra escandalizó. Ron Atkinson perdió su cargo por llamar «lazy nigger» (negro holgazán) a Marcel Desailly. Pero España sigue siendo diferente, aquí atizar la hoguera del racismo por medio de clichés racistas (incluida su justificación) es una imprudencia banal.

El apodado «Zapatones» durante su época de jugador ascendió a sabio de Hortaleza ya como entrenador por gracia de una corte de periodistas deportivos que llevaban años y años coreándole los desplantes y las intemperancias. Por lo visto que soltara frases como esta: “No es bueno leer demasiado. Yo tenía a un amigo que se puso a leer a Kafka y se volvió maricón”, no daña el significado que a la palabra sabio venía concediéndose. A pesar de la pasmosa claridad de su sentencia me queda la duda de si no quiso ofender a los homosexuales, pues además de amigos negros contaba con estos otros también, como para alinear un once arco iris llegado el caso.

Y me queda la duda de por qué Kafka. De si se debía puramente a que el sabio de Hortaleza no desconocía el prestigio alcanzado por el autor checo y le servía para sus propósitos de mal ejemplo (¡eh, chavales, no kafkársela!), o si por el contrario, autores de su calaña podían ser agentes transmisores del mórbido contagio, a diferencia de nuestro castizo Nobel Cela, inequívoco en esta materia hasta el grado de testar generosamente el destino de todos sus órganos, excepto el culo, por temor pre-póstumo a esa otra clase de homenajes festivos. En fin, a nadie molesta el epíteto con el que pasará a la historia. Tiempos vendrán en que las únicas lecturas no perniciosas sean los aforismos de los mejores entrenadores, como en efecto lo fue Aragonés, el zapatones de Hortaleza.


* Recordaré lo grotesco de aquella escena. El míster le suelta a Reyes, un gitanillo de Utrera, que vale mucho más que Henry, ese «negro de mierda». Que por cierto, no llega a negro, es más cuarterón o mulato. ¡Cuando cualquier encuesta sobre el racismo en España coloca a sus primicos a la cola! Sólo que por estos pagos habrá quien te niegue que Reyes o su paisano Navas, «el duende de los Palacios», pertenezcan a la misma estirpe que Antoñito, el camborio. Nos pegan más ofreciéndonos polos falsos de Ralf Lauren, hojas de romero para la buena ventura, trapicheando antigüedades, esquilando borricos o frente a un puesto de melones en un improvisado mercadillo.

Por IUSPORT

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