Por Juan de Dios Crespo Pérez //

_________________________________________________________________________________________

El Gran Hermano que describió George Orwell en la profética “1984”, está por todos los sitios y, más o menos, sabemos que el control de nuestras vidas está en los pines de los teléfonos móviles, las tarjetas de crédito y toda la parafernalia que la vida moderna nos ha enseñado u obligado a utilizar, con lo bueno y lo malo que de ello resulta.

 

Pero, también tenemos otros vigilantes en el deporte y proliferan las empresas que se dedican a investigar los fraudes que se pueden dar en los partidos y competiciones de todo el mundo.

 

Como quiera que en estos días se han dado dos wp_posts sobre hechos presuntamente ilegales en el deporte, por un lado la apertura de la instrucción del partido Levante-Zaragoza y el desfile de imputados que va a empezar en unos días, pero del que no hablaré, y por otro los datos que una de esas compañías oteadoras de posible delincuencia deportiva nos ha dado.

 

Así, una de las más potentes sino la más, llamada Sportradar Secutiry Services entregó un informe en el que según sus criterios, un 1% de todos los partidos o competiciones estaban acordados de antemano o manipulados de una forma u otra, pero que, a su entender solo era lo demostrable y que sin duda había mucho más escondido en las profundidades de las aguas turbulentas del deporte.

 

Esa empresa, que tiene como clientes a la UEFA, la Bundesliga, la NASCAR automovilística americana, el tenis con la ITF o el baloncesto de la FIBA, se preocupa de controlar hasta un total de 65.000 enfrentamientos anuales, lo que nos da una cifra preocupante de al menos 6.500 amaños, casi veinte diarios.

 

No es que apueste pero al conocer estas cantidades se me han ida las ganas. Esta claro que quienes logran el beneficio son los que reciben dinero por amañar y los que apuestan sobre seguro, pero son los menos, como ocurre con la bolsa, en la que ganan solo quienes son profesionales y los amateurs se ven siempre perdiendo…

 

El cálculo que Sportradar (un nombre bien buscado, el radar del deporte como quien otea el horizonte) ha hecho de las ganancias de esas manipulaciones tiene ya cifras de mareo: ni más ni menos que 12 mil millones de euros en el año 2013, que son las últimas cifras conocidas.

 

Está claro que quien pone dinero en que alguien gane, pierda o logre algún resultado en algún momento exacto no son amantes del deporte porque podrían bien enviar donaciones a los atletas que se las ven y las desean para cumplir con un presupuesto, o que, como Carolina Martin, tiene que pelear con su federación para que sus derechos de imagen no se vean engullidos tras haber logrado el título de campeona del mundo de bádminton.

 

La otra cara es la de quienes han podido ser atrapados en la tela de araña de Sportradar y que, después hayan sufrido las consecuencias de sus artimañas. Son muy pocos, la verdad sea dicha y de los 6.500 amaños anuales solo se arrestaron 97 personas en el año 2014, de las cuales 18 fueron declarados culpables.

Poca chicha para tanto esqueleto en el armario… De todas formas, una vez vista la noticia, me apunté a investigar un poco a los de Sportradar y éstos están a la que salta.

 

En efecto, la empresa controla, supervisa y ayuda a sus clientes, todas grandes entidades del mundo del deporte, quienes también colaboran con la policía, pero también publica estadísticas, informaciones y ofrece los resultados en estricto directo de multitud de competiciones.

 

Y, finalmente, también se dedica a crear unos elementos informáticos para que las propias empresas de apuestas tengan instrumentos que ofrecer a sus clientes apostadores. Con ello tiene el bucle cerrado: ayuda a esas empresas a crear el producto, da la información y luego controla la misma y las cantidades de apuestas que pueden parecer exageradas o irregulares y, finalmente denuncia. Lo dicho, un Gran Hermano, necesario, eso sí, pero también da un poco de miedo.

 

En definitiva, los maletines de fin de temporada del fútbol español, tan traídos a colación en los últimos años, parecen un antepasado del pleistoceno de la panoplia que ofrece el mundo de las artimañas deportivas. Y es que el mundo se moderniza en todo…

 

Para acabar con otra nota de casi novela negra, recomiendo que se lea un libro con algunos años, “El caso Di Stéfano”, de Xavier Luque y Jordi Finestres, que nos hará pasar un buen rato sobre el auténtico monstruo del fútbol de otra época, cuya epopeya es casi tan sabrosa como las peleas entre CSD, Liga y RFEF.

 

NOTA DEL AUTOR: Publicado en Superdeporte

 

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad