Por Daniel Roberto Viola //
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El pasado viernes 29 se celebró el 65º Congreso de la FIFA en el Hallenstadion de Zurich, Suiza, que concitó el interés mundial tras las denuncias de corrupción. En la previa la Fiscalía General de EE.UU., a cargo de la afroamericana Loretta Lynch, la primera mujer de ese origen en llegar a tan alto rango en la justicia norteamericana, cobró notoriedad por la investigación iniciada a partir de la confesión de «arrepentidos».
Pronto se dio a conocer la orden de captura internacional a 14 imputados, entre ellos, ex presidentes de las Confederaciones del fútbol de Sudamérica (Conmebol) y de América Central y el Caribe (Concacaf), más empresarios ligados a los negocios de la TV.
Según el informe de la fiscal Lynch, los imputados se habrían valido de sus altas jerarquías en la FIFA para recibir sobornos por más de u$s 150 millones desde el año 1991, año tras año hasta el presente, a cambio de derechos de transmisión de TV y de mercadeo, definiéndose esta operatoria como «un esquema de 24 años para enriquecerse a través de la corrupción del fútbol internacional».
En el centro de la escena está el norteamericano arrepentido Chuck Blazer (70), ex vicepresidente de la federación de su país hasta 1990, ex presidente de la Concacaf y ex integrante del Comité Ejecutivo de FIFA, quien logró el primer contrato televisivo para la Major League Soccer, MLS, la liga de fútbol de Estados Unidos.
Acusado de fraude impositivo por u$s 11 millones entre 2005 y 2010 por el ente IRS de EE.UU., se declaró culpable de 10 cargos en 2013, entre ellos, por conspiración de crimen organizado, lavado de dinero y evasión impositiva.
Fue entonces cuando Blazer decidió colaborar con el FBI, aportando testimonios en grabaciones de dudosa legalidad, (habría escondido un micrófono en un llavero).
Este «arrepentido» de barba muy canosa y tupida, apodado «hombre 10%» fue denunciado en 2011 por el periodista británico Andrew Jennings de haber embolsado u$s 20 millones de comisiones por la adjudicación de derechos de TV y franquicias de torneos internacionales como la Copa de Oro (Concacaf).
En ninguna de las acusaciones Blazer menciona a Blatter, quien en medio de una gran batahola fue reelecto para un quinto mandato como presidente de FIFA.
¿Cuándo nace esta historia? El 2 de diciembre de 2010 se celebró en Zurich una inédita doble elección para las sedes mundialistas de 2018 y 2022. En esa ocasión, pese al bajo puntaje de sus ofertas técnicas, Rusia y Qatar obtuvieron la aprobación, desplazando a Inglaterra y Estados Unidos. La prensa británica había antes comenzado su raid de wp_posts vinculando un posible resultado adverso con sobornos y otros beneficios recibidos por miembros de la FIFA.
Por entonces Joseph Blatter, decidió contratar al ex fiscal de Nueva York, Michael J. García, para encarar un proyecto de reformas al Código de Ética, que fuera aprobado en 2006 luego de las confesiones de los brasileños Havelange y Teixeira ante la justicia suiza, de haber cobrado sumas millonarias en fraude a la FIFA.
El ex fiscal llevó adelante una investigación que demandó un año y su informe final (350 fojas y 200 mil folios anexos con documentación) resguardado como secreto, hoy sirve a la causa que tramita en los tribunales de Suiza.
A fines de 2014, por disidencias dentro de la Comisión de Ética, García renunció dejando trunco su pedido de investigar la elección del Mundial de Alemania 2006.
Para la fiscal Lynch es aplicable la ley norteamericana porque para cometer los delitos se habría utilizado el sistema bancario de su país.
Tanto Inglaterra como EE.UU. dicen librar una batalla moral dentro del mapa de la geopolítica futbolera contra la FIFA, una organización sin fines de lucro (1904), regida por la ley suiza, ámbito en el que ambos países no pueden vetar resoluciones como en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (1945), donde ejercen su discrecionalidad como miembros permanentes.
Para el nuevo Código de Ética (2012) los actos de soborno y corrupción son imprescriptibles, teniendo por regla que: «Las personas sujetas al presente código no deberán ofrecer, ni prometer, ni dar o aceptar ningún beneficio personal o económico indebido, ni de cualquier otra índole, a fin de conseguir o mantener un negocio o cualquier otro beneficio deshonesto de cualquier persona de la FIFA o ajena a ésta». Tales actos están prohibidos aunque se hagan a través de intermediarios o testaferros. (Art. 23).
Ahora Blatter se verá obligado a dejar de lado su neutralidad e iniciar el «trabajo sucio» de castigar y expulsar a los funcionarios corruptos.
Abraham Lincoln (1809-1865) una vez dijo que era imposible convertir a los esclavos en iguales políticos y sociales, agregando: «Un sentimiento universal, bien o mal fundamentado, no puede despreciarse así como así».
Daniel Roberto Viola-Director Iusport Latinoamérica-
Abogado-Universidad de Buenos Aires-Argentina
E mail:estudio@viola-appiolaza.com.ar
Nota del Autor: Publicado en El Cronista Comercial.