Por Javier Rodríguez Ten //
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Tres o cuatro millones de euros, en dos veces, es un dinero, oiga. Incluso para la RFEF, que vive un momento muy dulce por los éxitos de la selección y de la «marca» RFEF. No hay obligación de renunciar a él, ni tampoco sería muy legal buscar la fórmula de hurtárselo.
Sin embargo, la RFEF (es decir, Villar, aunque en la decisión hayan participado más personas) ha renunciado a la percepción de dichas cantidades, que han repercutido en otros deportes, que ciertamente lo necesitan más. No es que el fútbol de base haya dejado de percibir sus subvenciones, es que la RFEF lo asigna de sus propios recursos, que ahora son bastantes.
Una decisión loable, sin duda. Cuando hay que aplaudir, se aplaude y lo hacemos. Y a quienes siempre se quejan de que el fútbol monopoliza todo, un argumento a tener en cuenta. El otro es el de las quinielas, que llevan subvencionando el deporte de base desde hace muchos, muchos años. Máxime ahora que otras modalidades están gestionando sus propias quinielas, en lo que constituye una iniciativa lógica en búsqueda de recursos. Y teniendo en cuenta que del juego on line no va nada a esa base del deporte.