Por Blas López-Angulo //

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A ver si recuerdo bien uno de los muchos cuentos que contiene el Quijote: había una mujer tan principal que escandalizó a sus afines, dado que llegó a saberse de sus amoríos con un jardinero. Harta de ocultarse, con resquemor, espetó a su selecto círculo: «Para lo que yo le quiero, tanta filosofía sabe, y más, que Aristóteles».

Tuvimos que esperar, al menos un decenio, a que Messi pronunciara  dos palabras seguidas para celebrarlo. Más que con sangre la letra entra con money. La culpa no es del todo suya. Algo falla en esta sociedad cuando se rinde tal culto a los modernos ídolos, que anhelamos cosas de ellos que no son de su competencia. Y no digo nada sobre los políticos. Hace años que no se halla un libro entre sus citas de autoridad. Lo que pueda opinar de cualquier cosa Iniesta o del Bosque vale más. No me extraña, por tanto, que las gafas de ver que luce Ronaldo desaparezcan en un tris de los escaparates.

Messi se expresa muy bien en el campo. Y le ha bastado para ser el mejor, con permiso del merengue. En la misma medida, no aconsejo a sus seguidores seguirles en las redes sociales. Alguna vez, he observado por el Facebook la simpleza de ciertos cracks. Erróneamente, hasta he llegado a pensar en su decadencia. ¡Para nada! Ellos en lo suyo, saben lo que hacen. Y «progresan adecuadamente».

Baudrillard sospechaba, como cualquier hijo de vecino, que el negocio del fútbol está montado para que, de puertas afuera, sigan pareciendo espejo de tontos y soeces. Ya saben, eso de entontecer a las masas. Corred, malditos, corred como caballos, pero no habléis, que sube el pan. Este país podría presumir tal vez de que la mejor cabeza de la posguerra fue Zarra, ya que los cerebros, que en la edad de plata de los treinta eran muchos, fueron transterrados, subterrados o acallados. El momento actual no le va a la zaga.

«Doctor, ¿tendrá el estómago vacío?

—El vacío es más bien en la cabeza.»

Hace ya más de cien años que don Antonio paseaba por los álamos del Duero hacia San Saturio. A veces, converso con su calavera en el ocaso radiante de tantos atardeceres. Okaso, maestro, que palabra tan fea en japonés. Es violación.  Anoche, en Alcorcón pude reencontrarme con Mikel Iribas. Un lateral espigado de enorme zancada y prodigiosos centros. Empezó en tercera con los de Anduva y en cinco años su carrera madura para competir con los mejores. Mikel es diplomado en Empresariales y tiene a mano la licenciatura. Que la plantilla rojilla del año pasado, fuera una mezcla de esforzados bastardos, en esto del fútbol profesional, y empollones  de duermevela, chocó a los más avispados de la hoja parroquial de El Marca, que se sacaron un reportaje de la manga para certificar, que en la plantilla norteña, la nota media académica era muy alta.

Me recuerda la cara de los detectives que vigilaban las salidas buhoneras de Valdano en Zaragoza. Más de una vez observé su también espigada figura en el teatro Principal o en el antro blasfemo del poeta Ángel Guinda:

«Eyacular en el ano de Dios hasta su conversión al placer».

¡Hostias, maño, la que montaste! Debe de ser más divertido y menos sospechoso en los viajes y en los hoteles darle a la play o acoplar los cascos a los otros cascos que aprovechar el tiempo para los exámenes. La concentración ante todo.

No hay que malgastar fuerzas fuera del campo. Ni sexo ni seso con flexo. «Lejos de nosotros, majestad, la funesta manía de pensar». El lema de la muy poco universal Universidad de Cervera en tiempos de Fernando VII continúa vigente. Y es que por temor a la Santa Inquisición nunca se fue del todo. «Míster, he pillado a mi compa con Kant entre las sábanas». «¡Con Oliver Kahn? Con lo macho que parecía»

Me quedo, pues, con Aristóteles para valorar cualquier asunto, divino o canino, y también humano, en su justo término medio. Ora et labora. Joven promesa, estudia y trabaja.

Por IUSPORT

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