[Img #6845][Img #6846]El acontecimiento de violencia entre aficiones que tuvo lugar el día 30 de noviembre de 2014 en las inmediaciones del estadio Vicente Calderón, previo a la disputa del partido entre el Atlético de Madrid y el Deportivo de La Coruña, y que se saldó con la muerte de uno de los hinchas participantes en dicha pelea, es uno más en la lista de peligros que acechan al deporte, y en particular al fútbol, constituyendo un riesgo para el mantenimiento de éste no solo como un deporte sano sino también como fuente de ocio, de progreso económico y de cohesión social. Es en ese contexto donde el análisis de la violencia en el fútbol requiere de un enfoque interdisciplinar que es el que pretendemos mostrar en este trabajo haciendo referencia tanto a las causas sociales, psicológicas como también a la respuesta jurídica que ofrece el Derecho Penal.

El deporte moderno emerge como un reflejo microcósmico del proceso civilizador general que experimentaron nuestras sociedades  (Durán, 1996 a, 106). Sin embargo, en el lado oscuro del deporte, ha sido una constante destacar varios aspectos de dudosa moralidad. Destaca en este sentido su analogía con la guerra y el que algunas de las disciplinas deportivas incluyan e incluso provoquen violencia entre sus practicantes y aficionados (Pérez Triviño 2011, 127). Por eso, no resulta extraño que el deporte haya sido calificado como un ejercicio de guerra sublimado y ritualizado. Muchas disciplinas deportivas pueden ser caracterizadas, utilizando la expresión de W. Simon (1991), como «miniaturizaciones de la guerra” y como señala Russell lo paradójico del deporte y su conexión con la violencia es que “fuera de los tiempos de guerra, el deporte es quizá el único escenario en el cual los actos de agresión interpersonal no sólo son tolerados, sino aplaudidos con entusiasmo por un gran segmento de la sociedad” (Russell 1993, 19. Citado por Gómez, p. 63).

En el deporte (al menos en algunas de sus disciplinas) y en la guerra está implicada la violencia. En efecto, en algunos deportes, y no los menos populares precisamente, la violencia no sólo está permitida sino que incluso se promueve como instrumento para alcanzar el fin deseado, la victoria. Dada la relevancia de estos factores (conflicto, estrategia y violencia) en el deporte no es extraño que las crónicas deportivas de los periódicos estén repletas de metáforas bélicas: «conquista», «batalla», «muertes», «destrucción», «victoria», «honor», «prestigio». Los deportistas, pero también los periodistas y la afición experimentan emociones extremas a través de esas expresiones de violencia y de espíritu belicoso. Y ese carácter se ha trasladado muchas veces a las aficiones de los diferentes equipos.

Ahora bien, aunque la violencia parece formar parte de la práctica deportiva, sería equivocado extender el juicio a todas las modalidades deportivas. La violencia sería el componente físico de la agresión. En este caso, la definición de violencia en el deporte se caracterizada como una conducta de hacer daño que no está relacionada directamente con las metas competitivas del deporte en sí, sino que supone y provoca incidentes de agresión incontrolada fuera de las reglas del deporte saltándose los límites del comportamiento competitivo permitido por las reglas (Parry 2008; Terry y Jackson 1985. Citado por Gómez 2007, 65).

La versión del deporte que nos interesa es el deporte de élite o profesional, al cual otros autores denominan deporte-espectáculo. La segunda y necesaria aclaración es relativa al tipo de violencia del que nos ocuparemos. En este sentido, se puede distinguir entre violencia endógena y exógena, aunque por otro lado puedan estar vinculadas en el sentido de que se potencian recíprocamente (Gamero 2006, 19). La primera tiene lugar en el seno del propio deporte, tal y como está prevista y regulada en los códigos que rigen su práctica (así también la violencia ejercida eventualmente en infracción de dichas reglas). La segunda, violencia exógena, es la violencia ejercida por los hinchas con relación al deporte. No cabe duda de que en la actualidad este segundo tipo de violencia constituye un problema social de primer orden. La atención a este tipo de violencia es crítica para el mantenimiento del deporte espectáculo.

Como señala J. Durán “El espectador se dice que es el auténtico protagonista del espectáculo deportivo en lo que a los desórdenes públicos acontece. Parece baladí la máxima de que sin espectadores existe el espectáculo deportivo, puesto que hoy en día no es solo protagonista el propio deportista sino que las aficiones, las apuestas y todo el mercantilismo, sentimental, económico y deportivo, que rodea al mundo del deporte han hecho que el asistente al espectáculo sea muy importante en esta ecuación. Éste representa, en no pocas ocasiones, un papel trágico en virtud de la multitud de los procederes agresivos que convierten al evento deportivo en una “tragedia griega” (Durán, 1996, 20 y ss.).

TEXTO COMPLETO (25 PÁGINAS)

          
José Luis Pérez Triviño       
José Manuel Ríos Corbacho            

Universitat Pompeu Fabra                   
Universidad de Cádiz

 

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Por IUSPORT

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