Una revelación hecha por el diario británico ‘Telegraph’ involucra al expresidente del Barça Sandro Rosell en la trama que presuntamente gestionó la compra del Mundial 2022 para Qatar.
Según una investigación del citado periódico, Rosell habría transferido a una cuenta de Antonia Wigand Teixeira, hija del expresidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) y exjefe del Comité Organizador Local (COL) del Mundial de Brasil 2014 -renunció al cargo hace dos años-, la cantidad de 2,4 millones, presuntamente para amarrar la adjudicación de la Copa del Mundo de 2022 a Qatar, como así sucedió finalmente.
Sin embargo, sorprende que el diario británico, después de levantar la polvareda, se limite a afirmar que «la transferencia a la hija de Teixeria, que tiene una cuenta registrada en Río, se cree que fue hecha por Sandro Rosell».
Esa forma verbal de «se cree que» no es admisible en un asunto de tanta trascendencia. Sería absolutamente impresentable que el diario inglés haya dado por consumada esa implicación de Rosell sin disponer pruebas al respecto.
Qatar 2022
Lo que sí está fuera de toda duda son las sospechas fundadas que existen acerca de la adjudicación del Mundial 2022.
En enero de 2013, el semanario France Football hablaba en su primera página de un «Qatargate», mezclando corrupción y arreglos, sobre la adjudicación por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) del Mundial 2022 a Qatar, pequeño estado del Golfo cuyas temperaturas en verano hacen imposible la práctica del deporte de alto rendimiento en esa época del año.
Para apoyar sus sospechas, France Football citaba un mail interno en la FIFA en el que el secretario general, Jérôme Valcke, declaraba: «han comprado el Mundial 2022». Valcke habló después de malentendido y aseguró que el tono de su correo era «jocoso».
El semanario citó también al suizo Guido Tognoni, excluido de la FIFA en 2003, que estimaba que «existen fuertes sospechas de arreglos» en torno a miembros de la FIFA que votaron el 2 de diciembre de 2010 por Qatar, cuya candidatura estaba apoyada en un presupuesto de 33,75 millones de euros.
La revista francesa colocaba sobre un recuadro a los «los 10 principales actores del Mundial 2022», entre los que incluía al presidente de la Federación Asiática, Mohammed Bin Hammam, definitivamente suspendido de por vida en diciembre de 2012, al presidente de la AFA y vicepresidente de la FIFA, Julio Grondona, al expresidente de la Federación Brasileña (CBF), Ricardo Teixeira, que dimitió en marzo de 2012 del comité de la FIFA y de la CBF sobre un fondo de acusaciones de corrupción, y al expresidente del Barcelona, Sandro Rosell.
El pánico de Rosell
Por lo que concierne a Rosell, ya comentamos en su día que había precipitado su dimisión porque no soportó tantos frentes abiertos, sobre todo teniendo en cuenta que se vislumbraban algunos más, especialmente en Brasil y la macro sanción de la FIFA al Barça acordada en noviembre – osea, le habían informado-, pero notificada en abril de 2014, por el traspaso de menores de forma irregular.
En aquellos momentos, Rosell y el Barça estaban afectados por estos litigios:
– Una querella de un socio (Jordi Cases) contra Rosell por presunta malversación.
– Otra querella de Manos Limpias contra Rosell, Bartomeu y otros directivos por estafa.
– Una tercera querella del Fiscal contra el club por presunto delito fiscal.
– Un expediente de la LFP por presunto incumplimiento del club blaugrana en el envío de la documentación correcta relativa al fichaje de Neymar.
– La personación de Hacienda en la causa por delito fiscal.
– Las demandas procedentes del Santos y de las empresas brasileñas ex titulares de Neymar.
– Eventualmente, otro procedimiento administrativo por presunta infracción tributaria del club.
– Y determinadas denuncias por asuntos turbios que vinculaban a Rosell con Teixeira.
En definitiva, Rosell era consciente, y en esto acertó, de que permanecer por más tiempo al frente del club convertiría en irrespirable la atmosfera, por el goteo constante de escándalos. Por eso, y no por aquellas amenazas que dijo sufría su familia, y que nosotros no negamos, presentó su dimisión un día después de sacar pecho diciéndole al juez Ruz que le citara cuanto antes para esclarecer el caso Neymar.
Sus excelentes relaciones con Qatar y con Brasil, nunca negadas, abonan ciertamente la denuncia del diario británico, pero insistimos en que sería muy grave esa acusación sin disponer de elementos probatorios contundentes.
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