Por Xavier-Albert Canal Gómara //

_________________________________________________________________________________________

En las elecciones a la presidencia del Barça del 2010 el que salió elegido, por una aplastante mayoría, defendía un fútbol familiar prometiendo lo que no podía, cambiar los horarios de televisión para que los niños/as pudieran asistir a los partidos y empaparse de sentimiento blaugrana. Como ha pasado de generación en generación. Yo debo agradecer a mis padres que empezaran a llevarme al casi recién construido Camp Nou a los seis años cuando defendía el arco del Barça (¿por qué arco si no es curvo?) el ya desaparecido Pesudo.

En la temporada pasada se jugó el partido con el Getafe un domingo a la hora previa al aperitivo. Se dijo entonces que había sido una gran fiesta familiar. Y era cierto. Y no pasó nada.

Después de tres años de mandato se ilumina la mente de algún directivo y se acuerda que existe una Ley de prevención de la violencia en el deporte desde el año 2007 -¡Señores, que ya estaba más que vigente cuando tomaron posesión¡- y que hay que impedir la entrada de niños/as sin localidad. Y ahora que tenemos un clásico a las seis de la tarde de un sábado y luego vendrá el Granada al cabo de quince días a las cuatro de la tarde. ¡Que mala suerte! Vienen los horarios para niños/as pero no habrá niños/as. Perdón, los que paguen entrada, sí.

Quiero recordar que la ley hoy invocada también impide que se haga tratos con grupos violentos -aunque sean buenos chicos-, y darles entradas al costoso precio de 10 euros (oferta para un limitado y privilegiado número de supuestos aficionados), ni favorecer la reventa, eso si que se persigue, pero si lo haces vía webs tipo Viagogo no se controla.

Curioso, además, que la bombilla se les haya encendido pocos días después de la asamblea de compromisarios, lugar apropiado para explicar a los socios acciones de futuro.

Por cierto, si se acusaba a Rosell de nuñista 2.0, ahora también imita a Gaspart en su martirologio particular cuando se quedó sólo en el palco en una pañolada monumental (perdón por la catalanada), no para pedir sus orejas, sino su cabeza. Ayer el Presidente afirmó que prefiere pasar a la historia como el que no deja entrar a los niños que no como el que mata niños. Frase para la historia. Sin leer y hablando de parcelas fuera de la deportiva, que es la que le gusta, es como pez fuera del agua y pasa lo que pasa y, como los antes citados, destrozando el idioma catalán.

Lo que me queda claro es que a Sandro Rosell le van los personajes bíblicos. Hizo de Pilatos en la votación sobre la acción de responsabilidad. Hoy emula, afortunadamente sin sangre, a Herodes. ¿Cuál será el próximo?

En fin. Todo tiene solución. Con un nuevo estadio cabremos abuelos, padres e hijos. Con nuestro abono, claro. No quiero pensar que esta idea está tras la decisión. ¿O sí…?

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad