Por Abel Hernández Blanco //
_________________________________________________________________________________________
Comienzo mi andadura en este medio con una reflexión que quisiera compartir con todo el mundo futbolístico en general y de manera muy particular con los dirigentes del colectivo arbitral en Extremadura. No era mi intención en absoluto que mi primera opinión en Iusport fuera tan directa y al mentón, pero no he podido evitarlo tras presenciar el fin de semana pasado un encuentro entre equipos juveniles.
Me llamó poderosamente la atención la actuación del colegiado que “pitó” ese partido. No le voy a achacar en absoluto que pudiera equivocarse con reiteración en la señalización de los fueras de juego. En esta categoría, aquí en Extremadura no suele haber jueces de línea, y evidentemente esa circunstancia dificulta mucho su labor. Tampoco en su criterio a la hora de señalar faltas, medir barreras o aplicar ventajas, muy discutible también. No influyó en el resultado – un equipo goleó al otro -, pero sí influyó y caló en los jugadores – de edades entre 16-18 años – su prepotencia, arrogancia y lo que es peor los comentarios vertidos en el terreno de juego mientras “pitaba”.
“Pito lo que me sale de los cojones”, “la falta es para allá porque son más guapos, no te jode”….pero lo más lamentable de todo es criticar e insultar a un equipo al modo de: “anda que no sois malos, ¡aprender a jugar coño!”.
Lo más curioso de todo es que tanto los jugadores vencidos, como los vencedores, me certificaron sus lamentables expresiones, al parecer además suele ser habitual en este trencilla.
Un árbitro es un juez, es alguien que dirige de manera imparcial, analiza y resuelve aplicando un reglamento en el que seguro no dice que se puedan lanzar opiniones tan sui géneris, ni mucho menos menospreciar el trabajo y el esfuerzo de un jugador.
Un árbitro debe ganarse el respeto desde su propio respeto a los demás, y en mayor medida a jugadores en edad juvenil. Es en la adolescencia donde quizás haya que tener más sabiduría para saber educar, compartir, transmitir y enseñar. ¿Es esta la mejor manera?. No hubiera sido mejor explicar el porqué señala una acción y no otra o el porqué es falta, o juego brusco, o porqué es libre indirecto. Es muy triste que un hombre tenga que utilizar sus “atributos” para hacerse respetar. Flaco favor hizo este colegiado a su estamento.
No se puede simplemente “pitar” de manera maleducada, sino que hay que saber arbitrar además educando. Esa es una labor que corresponde transmitir desde el propio Comité Arbitral – del que muchos tuvieron que emigrar, a otros los echaron, a otros regalaron premios inmerecidos, otros siguen callando por interés, otros afortunadamente no –. Ya hablaremos largo y tendido de ello. Para enseñar valores a los demás, primero hay que poseerlos uno mismo.
Afortunadamente en el arbitraje, actuaciones como esta no son habituales. Respeto mucho, muchísimo, a los árbitros, aún más a “las personas” que realizan esta labor tan difícil y por ello puedo llegar a entender que en las circunstancias actuales y en Extremadura muchos de ellos se sientan abandonados a su suerte y tengan que salir a un terreno sin la preparación adecuada y sin la reglamentación actualizada, pero desde luego no se puede salir sin la educación y el respeto debido.
