Por Javier Rodríguez Ten //
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Diez reflexiones.
1.- Después de que quien escribe lleva años (demostrables) denunciando en conferencias, congresos, publicaciones y libros la imprecisión de la Ley 19/2007 en lo referente a la violencia verbal (especialmente contra los árbitros) y la falta de interés en sancionar cánticos y actos ofensivos en grandes estadios y campos de regional, acabamos de descubrir que hay mucha violencia verbal y que es la antesala de la física. Eso sí, no he sido el único, aunque hemos sido muy pocos. Mejor tarde que nunca.
2.- Después de que la gran iniciativa de Ángel A. Jiménez Bonillo (DEPORTE SIN INSULTOS), iniciada hace años para que los partidos de base (al menos éstos) se detuvieran e incluso suspendieran cuando hubiera insultos se haya ido muriendo poco a poco, sin que por parte de las instituciones se haya hecho nada por apoyarla, vemos que tenemos que iniciar campañas por la no violencia verbal en el deporte a todos los niveles, especialmente en el de base. Podéis ampliar información AQUÍ.
3.- Con ocasión de los incidentes del pasado domingo, hemos descubierto que hay grupos ultra muy peligrosos en el fútbol. El sábado no preocupaban en exceso, al menos no se exteriorizaba dicha preocupación. El salto de lo «potencial» a lo «real» no debe existir, hay que atajar lo «potencial». ¿Por qué no se ha hecho antes? La propia Constitución (art. 22), la Ley Orgánica de asociaciones (arts. 18.1 y 38), el Código Penal (art. 515) la Ley 19/2007 (por ejemplo, art. 9) y el Real Decreto 203/2010 (arts. 21-23) posibilitan de manera integrada identificar e ilegalizar las asociaciones que persigan fines o utilicen instrumentos ilícitos o que constituyan delito. Bastaba con denunciarlo ante los Juzgados. Esa denuncia la ha podido interponer mucha gente durante muchos años (Fiscalía, Policía, Clubes…). Puede ser interesante la lectura del breve artículo de Orfeo Suárez «Cuando se pasa por alto la Ley», en EL MUNDO, en el que tuve la satisfacción de colaborar (podéis acceder AQUÍ).
4.- El cumplimiento de la sanción de prohibición de acceso a los estadios exige, para su verdadera eficacia, el control de acceso nominativo. Es decir, venta de entrada con DNI y verificación, bien manual, bien mediante huella dactilar (caro, pero rápido e inmanipulable); en Argentina está a punto de implantarse. Si hace falta agilizarlo, que se financie o co-financie (algo tendrá que poner necesariamente CSD, LFP, RFEF…) vía entradas, de manera similar al «céntimo sanitario»; pagar 20, 30 o 50 céntimos para garantizar tu seguridad y la de tu familia no es dinero. Creo.
5.- Muchos, demasiados medios de comunicación, no han estado a la altura en el tratamiento informativo de la noticia. Sí, el fallecido era del lado de los RB, del Dépor, pero no se trataba de un señor que paseara por la ribera del Manzanares con su bufanda y fuera asesinado. Se trata de una persona que recorrió sopotocientos kilómetros en un autobús, de madrugada y junto a varias decenas como él, para pelearse o matarse con otras decenas de ideología política y deportiva contraria. Su muerte, como la de cualquier persona, es lamentable, especialmente para los que deja. Pero es del todo improcedente la humanización de este seguidor y la desigualdad comparativa efectuada atendiendo exclusivamente al resultado de la pelea. Y diría lo mismo si hubiera sido al revés. Este aficionado no puede ser «Jimmy», «un aficionado del Dépor» o «un seguidor coruñés» en titulares que incorporan del otro lado «nazis», «neonazis», «radicales de extrema derecha», etc. Si muere Jimmy, es porque le mata Juan o Rodolfo. Si un aficionado coruñés es asesinado, lo es a manos de aficionados atléticos. Si un seguidor del Dépor muere, lo matan seguidores del Atlético de Madrid, porque estamos ante una pelea pactada de igual a igual. Es decir, que los titulares adecuados serían «seguidor radical del Dépor muere a manos de seguidores radicales del Atlético de Madrid», «ultra deportivista fallece asesinado por ultras atléticos», o «un seguidor deportivista de extrema izquierda es asesinado por seguidores atléticos de extrema derecha en una pelea». Lo contrario ha generado la sensación inconsciente de que ha habido víctimas y culpables, cuando no es del todo cierto, y ello es el germen del revanchismo por parte de las afinidades ideológicas. La pelea producida no es diferente, por ejemplo, a un enfrentamiento entre bandas latinas en un parque o entre narcotraficantes en un polígono industrial. ¿Por qué ese tratamiento diferenciado cuando todos estamos de acuerdo en que el fútbol es lo de menos en este caso? ¿Es necesario un Código ético en la materia, como ha propuesto la LFP? A lo mejor no tanto, pero sí reflexionar antes de escribir. Y, por supuesto, desterrar los «periodistas de camiseta» que están proliferando en algunos medios de manera explícita, cuyo único fin es atraer a la masa borreguil propia y provocar a la masa borreguil contraria, llegando a un esperpento que sí, ayuda a la violencia.
6.- Va a resultar que el árbitro tiene la culpa. Cientos de policías y de vigilantes privados, un coordinador de seguridad, una unidad de control organizativo, un jefe de seguridad, decenas de cámaras, un delegado de la RFEF… y al parecer el problema es que el árbitro no pone en las actas los cánticos intolerantes que escuchan todos los anteriores, ni ve los símbolos que ven éstos. Va a ser que tras señalizar un saque de meta hay que escudriñar el fondo para ver qué banderas, bufandas y pancartas hay situadas, o que durante el partido hay que dejar de atender el contraataque para desplegar las orejas y entender qué cantan los seguidores más radicales. Eso sí, si pones en el acta que el público se ha acordado de tu madre o duda de la fidelidad de tu mujer, sin más, puede que alguien en la Federación correspondiente se parta el pecho de la risa.Tiene tela la cosa. Mucha.
7.- Con ocasión de la situación económica de los clubes, se alzaron hace meses (ya años) voces a favor de reformar la Ley del deporte, para castigar la insolvencia. Pero resulta que es ahora cuando la Ley de 1990 está desplegando frutos en forma de responsabilidades personales de directivos en su patrimonio, por mala gestión, delitos societarios, concursos culpables… Vamos, que había que reformar antes de aplicar lo que ya había. Pues lo mismo sucede en materia antiviolencia. Yo les invito a que se lean los artículos 2, 15 y 21 a 25 de la Ley 19/2007 para comprobar que (con alguna excepción menor) las medidas ejemplares contra la violencia que ahora se manejan ya existían…
8.- En cuanto a la actuación de los organismos interesados, destaca la LFP por su rapidez y determinación, tanto el domingo como después (asistencia de sus máximos dirigentes, propuestas remitidas, expulsión de Lendoiro por ir al funeral, etc.). El CSD, en su papel de impulsar todo lo que se ha venido produciendo. Y la RFEF en bastante mal lugar, al menos en tanto no lo explique con detalle. En primer lugar por no tener a «alguien» con un teléfono móvil alertado el fin de semana por lo que pueda pasar (y eso que la patrocina Movistar), algo que no es novedoso (ya pasó con el fallecimiento de la hija de Caneira momentos antes de iniciarse un partido, ver AQUÍ); y en segundo, por no acudir con su máximo responsable (Villar) a las reuniones convocadas, por mucho que hubiera en UEFA o FIFA; hay que recordar que si es alguien (y lo es) en dichos organismos es porque previamente lo es en la RFEF. Nadie duda de que la «guerra» particular de Villar con Miguel Cardenal y con Javier Tebas en el momento actual también ha afectado a la decisión de no asistir personalmente a las convocatorias; aunque haya enviado a las personas que habitualmente tienen delegada la facultad, este caso es evidentemente especial. Un inciso más: los jugadores (vía AFE), los entrenadores (vía ANEF y Comité de entrenadores) y los árbitros (que curiosamente carecen de ninguna asociación que los aglutine, por lo que sólo a través de su presidente, Sánchez Arminio), deberían haber sido partícipes directos de la reunión, como ha recordado Santi Nebot; un aspecto a tener en cuenta para próximas reuniones.
9.- Debiera institucionalizarse la existencia de un cartel a la entrada de todo recinto deportivo y en diferentes ubicaciones del mismo (entrada a vestuarios, a aseos, al bar), de ubicación obligatoria, en el que se reservara el derecho de admisión respecto de toda persona que exceda del apoyo a su equipo, pudiendo (debiendo) ser expulsado del recinto en el supuesto de frases groseras, ofensivas o amenazantes hacia cualquier otro espectador, técnico, jugador, árbitro o persona presente o ausente del mismo. Con posibilidad de denuncia en el acta del partido por el árbitro o por alguno de los equipos. Y haciendo caso a la identificación que pueda realizar el árbitro (es decir, rompiendo la responsabilidad objetiva del organizador, para que si se indica que un seguidor con bufandas verdes y tras pitar un penalti contra el equipo verde insultó al árbitro, dicho club sea sancionado aunque sea el visitante).
10.- Si en el campo de la violencia de género ha sido posible establecer, ¡CON EFECTOS PENALES! la presunción de culpabilidad para el hombre, deben poder establecerse en el campo del deporte medidas preventivas o sancionadoras decididas contra quienes hayan cometido o se prevea que puedan cometer conductas intolerantes, antesala de las violentas. Que los clubes teman que determinados sujetos entren en sus recintos o sean identificados con sus colores porque se les pueda caer el pelo ante la probabilidad de que no sepan comportarse. Que la reincidencia en incidencias (que no incidentes) en acta determine jugar los partidos a puerta cerrada, siendo OBLIGATORIO que el árbitro califique en el acta a los aficionados de ambos clubes, o a aficionados indeterminados (a computar junto a las incidencias identificativas). No hay otra.
P.D.- ¿Por qué ese terror bíblico a no contar con la aquiescencia expresa de la RFEF en la suspensión de un partido cuando hay un hecho luctuoso grave? Digo yo que si los dos equipos dicen que no juegan, pues no lo juegan y ya está. Porque no creo que a nadie se le ocurra ni denunciar ni sancionarlos por incomparecencia en tales circunstancias. Y más con la LFP de su lado. Es decir, que se le echa un par y ya está. Aunque quien sea esté apagado o fuera de cobertura (y a menos que por seguridad sea preferible disputarlo).