Por Javier Rodríguez Ten //
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La existencia de ostensibles conductas antideportivas, indubitadas e inadmisibles, incluso generadoras de perjuicios a terceros, unida a la inexistencia de denuncias por parte de los jugadores y clubes perjudicados y a la no incoación de expedientes de oficio aconseja habilitar un procedimiento para reconducir la competición al debido “fair play”: el “fiscal deportivo”
No es una crítica al Comité de competición, dado que ya hace mucho tiempo que el CEDD (caso “Kluivert – Cota”) estableció que la incoación de oficio sólo procede en supuestos de extrema gravedad y alarma social (desde entonces, sólo Mourinho por el “dedazo” que da nombre a esta sección ha sido objeto de una incoación por propia iniciativa del órgano disciplinario federativo). Y me parece bien. Si quieren algo, que denuncien en vez de esconderse en el anonimato, sin perjuicio de intentar excitar la acción disciplinaria mediante declaraciones en los medios de comunicación; no vale tirar la piedra y esconder la mano. Ni exigir a los Comités que vean todas las tomas de todas las cadenas de TV más todas las fotografías de toda la prensa para luego ser criticados por dónde ponen la línea de lo sancionable.
Siendo las cosas como son, en el sentido de que nadie se significa contra el resto, por muy grave que haya sido la afrenta (lo que por otra parte nos priva de una espiral de denuncias por vendetta y de denuncias interesadas para debilitar al próximo rival), resulta evidente que la competición, un bien jurídico de interés general (recordemos que la organización de las competiciones y la aplicación de la disciplina deportiva son funciones públicas administrativas delegadas) no puede dejar sin castigo determinadas acciones.
Un jugador no puede tirarse en el área, generar un error arbitral y condicionar un resultado e irse de rositas. O simular una agresión y dejar al equipo rival con un jugador menos. O lanzar un balón para cortar un ataque rival. O pisar, morder, tocar los genitales o… enviar una mucosidad a un rival en un saque de esquina. Es injusto, improcedente y contrario al espíritu deportivo y a la integridad de la competición.
¿Qué se puede hacer? Para corregir la deficiencia sin tener que alterar el modelo ni asumir el riesgo de disfunciones, puede habilitarse una figura que actúe en defensa del fair play y de la integridad deportiva de la competición, algo así como un “fiscal deportivo”. Podría habilitarlo el CSD para actuar donde hubiera competición profesional o de alto nivel, articularse en el Convenio de coordinación Federación-Liga o instaurarse en el seno de una y/u otra. Esta figura procedería a denunciar al órgano disciplinario competente aquellas conductas gravemente vulneradoras del fair play, con relevancia mediática suficiente como para generar un mal ejemplo digno de ser erradicado mediante la correspondiente sanción. Dignificar la competición y que los demás participantes, los aficionados, los deportistas de base y los niños vean que no sale gratis.
Cierto que habría críticas y persistiría el problema de situar la línea a partir de la cual se denuncia. Pero al menos las conductas más reprochables no quedarían impunes, como ahora.