Por Juan de Dios Crespo Pérez //

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En efecto, la Commedia dell’arte que se originó allá por el Renacimiento y casi hasta el siglo veinte y, diría que incluso el cine la absorbió y trasladó de las planchas a la pantalla su estilo, con la famosa comedia italiana de Alberto Sordi, Vittorio Gassman, el gran Totó y “la” Loren, doña Sofia.

 

Pues eso es lo que parece rememorar ahora la justicia italiana y el famoso Calciopoli, que hizo bajar de categoría a la Juve, perder punto al Milan y títulos allá y acullá. Sin embargo, la sombra que movía los hilos, el Maquiavelo (por quedarnos en la península itálica) jefe de la banda se ha salido con la suya.

 

Tal como parecía muerto para el fútbol ha resucitado Luciano Moggi, el triste mago que empuñaba la victoria o la derrota, quien fue condenado a no asomarse más de por vida al balompié. EL Tribunal Supremo italiano le ha absuelto y, claro, Luciano ha declarado gritando a los cuatro vientos: “Ho vinto io” (yo he ganado), dejando con eso una sulfurosa revancha ya que promete volver y, no solo eso, sino también ir hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos para obtener, quien sabe, otros millones más, aparte de los que se demostró que obtuvo durante años de dominio sobre el fútbol transalpino.

 

Sabemos que la Commedia es una mezcla de payasadas, romance facilón, pantomima y balandronadas varias, en las que conviven los famosos Arlequín, Polichinela y Truffaldino. A éste es a quien se parece más Moggi, ya que los primeros tienen una bondad de la que carece el último. Se le asocia a la astucia y a la malicia, siempre hambriento, comiendo por cuatro e intentando llenarse la panza.

 

Se llenó la suya y bien el Sr Moggi, quien fue condenado a abandonar el mundo del fútbol, por haberlo enturbiado con sus tejemanejes, pero ahora, vuelve a saltar como nunca al ruedo porque la Corte di Cassazione ha seguido lo que sus abogados, buenos por otra parte, han logrado apuntar: la prescripción, la dolorosa figura que hace que un delito haya existido pero que no se pueda condenar porque el tiempo en el que se pudo hacer ha pasado.

 

Eso es lo que ha ocurrido aquí y la “victoria” de Moggi ha sido la de sus letrados pero nunca suya, porque sí se demostraron sus fechorías futbolísticas y sus turbios engranajes arbitrales. La Juve fue desposeída de un título y ahora se relame pensando no solo en recuperarlo sino en reclamar daños y perjuicios por el tiempo pasado en segunda división, algo así como, dicen las malas lenguas de Dante, 443 millones de Euro…

 

Se dice en Italia que es la victoria de un pequeño hombre en un pequeño país, ya que el italiano se siento preso de una burocracia en la que ya no cree y no este pequeño milagro jurídico el que va a hacer que se acerque con mejor tiento a ella.

 

El Estado siempre ha sido el enemigo del hombre de a pie allende los Alpes pero los años han hecho que los ciudadanos estén cada vez más hartos de las pillerías y de los trucos. Desde el pizzo  que cobran mafias grandes o pequeñas, hasta los impuestos que no se abonan, pasando por tantas y tantas pequeñas maldades cotidianas que surgen, en grande, cuando el calcio, el deporte amado también cae desde lo alto.

 

Ed tu quoque, Brute, fili mi, declamaba sangrando Julio César, cuando vio, entre los conjurados que le apuñalaban, a Bruto, su hijo adoptivo. Y es eso lo que siente el aficionado italiano, que reconfortado por las duras sentencias contra Moggi y otros adláteres, se enorgullecía comentado cómo se había manejado el asunto, tan diferentemente a otros países, comparando con España, como he oído más de una vez.

 

Pero, ¡Y tu también calcio mio! , deben sentir ahora, al conocer la sentencia suprema que libera a Moggi de cualquier problema legal relacionado con su participación, probada, incluso por el Supremo italiano, pero… prescrita.

 

Quizá se podría hacer una película, y sin duda ya habrá alguien pensando en el guión, de esas andanzas futboleras. No obstante, la sombra de la duda, ya no tan poco, sino la realidad que le cubrirá toda la vida, resta sobre Moggi porque el tribunal no ha cambiado el fondo del asunto, que fue decidido en las dos instancias judiciales previas, y que si Moggi no ha visto confirmada su condena es solo por la prescripción dichosa y nada más.

 

Solo los más locos de los tifosi  de la Juve se alegran porque ven la posibilidad de volver a tener los títulos que perdieron, pero sería ya absurdo que eso ocurriera ya que los hechos son ciertos, la culpa también y no se puede cambiar. Solo los individuos (Moggi y comparsas) han conseguido librarse.

 

Es un caso para el comisario Montalbano, el puro policía de Vìgata, inventado por el escrito y guionista Andrea Camilleri quien, con casi 90 años, sigue escribiendo libros como el último, no del comisario sino de la Mafia, lo que va como anillo al dedo, “La banda de los Sacco”. Feliz lectura.

 

Por IUSPORT

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