Por Carlos Moreno Chavanel //

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Ferrari
se encuentra ante uno de sus peores inicios de la historia. La Scudería ocupa
el quinto puesto en el Mundial de constructores y sus pilotos apenas pueden
luchar por puntuar.

 

 

Así
podríamos definir la actual situación de Ferrari en esta nueva era Turbo. Este cambio
de reglamentación y de prestaciones en los motores se ansiaba desde Maranello
como agua de mayo para cambiar la dinámica de superioridad aerodinámica de Red
Bull. Pensaban que la vuelta al trabajo de motor devolvería al equipo a lo más
alto. Sin embargo, este inicio de temporada es completamente diferente. No han
acertado con la aerodinámica, han perdido velocidad punta y la fiabilidad no da
para ganar carreras. Además, han tenido fallos de potencia que han
imposibilitado a Alonso luchar en las clasificaciones con todo y tienen un gran
desgaste de los neumáticos. Por todo ello, el F14T tiene visos de quedarse en
tierra de nadie otro año más.

 

 

Por
otro lado, tirando de hemeroteca Ferrari no fue capaz de conquistar el Mundial
de pilotos en las ocho temporadas, entre 1981 y 1988,  en las que el bólido rojo fue propulsado por
un motor de este tipo. Lo más que consiguió fueron sendos subcampeonatos por
parte de Didier Pironi (1982) y Michele Alboreto (1985). Curioso
que quisieran que llegara este momento, la verdad.

 

 

No
se arriesga desde hace años con el diseño y acaba sucediendo que los monoplazas
que presentan cada año pasan sin pena ni gloria. El mayor ejemplo de agresividad
a la hora de mejorar el coche lo atesora Red Bull, que a pesar de los problemas
en pretemporada, optaron por continuar ese modelo arreglando poco a poco las
dificultades. Eso mismo hicieron la campaña pasada y acabaron ganando las
últimas 9 carreras. Mercedes también se ha puesto las pilas y Ross Brawn ha
entendido a la perfección la nueva normativa como ya hiciera en 2009 con la
escudería que llevaba su nombre. Por su parte, Ferrari elige siempre la
fiabilidad por encima de todo para empezar a desarrollar sobre una base sólida.
Los resultados están a la vista. Ni la apertura del nuevo túnel de viento ha
servido para algo (Ferrari utilizaba el túnel de Toyota porque el suyo estaba
desfasado).

 

La realidad es que no gana un campeonato desde 2007, Kimi Raikkonen,
y hay que recordar que fue un título casi regalado por parte de Mclaren en su
lucha de egos Alonso-Hamilton. La marcha de Jean Todt y del mencionado Brawn,
dejó un desierto que ni Pat Fry ni Domenicalli han conseguido rellenar, vista
su clara incompetencia estos años. Ha sido un quiero y no puedo. Sólo un gran
Fernando Alonso ha camuflado las carencias de la escudería temporada tras
temporada pero está  claro que Ferrari va
hacia atrás como los cangrejos y cada año su fracaso es mayor. Este inicio es
similar al de 2011, año en el que Ferrari sólo logró una victoria en todo el
año (Silverstone), siendo esa temporada el peor inicio de Alonso con los
italianos, al igual que esta con 26 puntos.

 

 

Ayer
Ferrari tocó fondo e incluso el presidente de la compañía, Luca Cordero di
Montezemolo, que había ido para dar ánimos se fue antes de acabar el Gran
Premio:  «Me parece que no hay mucho que ver aquí. Duele ver un
Ferrari tan lento en recta». Declaración fulminante para ver que
desde dentro la frustración es manifiesta.

 

 

China
será otra travesía por el desierto y la gran esperanza se sitúa en Barcelona.
Puede que ahí llegue ese agua de mayo, aunque ya Mercedes, Red Bull, Williams y
Force India ven a la escudería por el retrovisor. Me parece que la foto
publicada esta semana por Mclaren con Alonso y Ron Dennis hablando en 2007
puede repetirse en 2015 a pesar de los pesares. Pasan los años y un piloto de
su talla no puede quedarse sólo con esos dos campeonatos.

 

Por IUSPORT

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