Por Blas López-Angulo //

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Tarea de cíclopes inventariar los tópicos de obligado cumplimiento en el mundo futbolístico. La pasada temporada repasé algunos, especialmente en la columna que tuve a bien bautizar como “El mínimo común”. Recordaba Costa un viejo proverbio castellano: “Abáxanse los adarves, y alzánse los muladares.

 

De otra manera se dice : abáxanse los estrados , y alzánse los establos”. Algo así resulta del mínimo común del entendimiento general: se baja tanto el nivel que la razón y su ejercicio parecen esperpentos. El subgénero tertuliano deportivo ni siquiera entraría en los dominios del intelecto. Insoportable.

Un ejemplo. Tiene muy mala prensa eso de “ganar en los despachos”. Como si ganar en el campo no tuviera ninguna relación con el trabajo previo, contemporáneo y futuro en los despachos. Claro que lo que se pretende decir es que los resultados obtenidos en el terreno de juego no deben modificarse.

En buena lid parece de lo más sensato. Pero en la memoria del fútbol, cuyos anales puramente deportivos son fantásticos, convendrán conmigo que abundan los torpes manejos e intereses espurios, tanto o más que en la política. De modo, que el dilema es insalvable: qué es más injusto, no corregir los desequilibrios ilícitos que se plasman deportivamente en los estadios, o tratar de repararlos en los despachos por sus diferentes vías; y que se presta -cierto- también a esos mismos manejos e intereses espurios.

Algo consustancial, por otra parte, a cualquier actividad humana. El ya mediático y célebre auto del juez de lo Mercantil Vaquer Martín sobre “el caso Real Murcia” ha respondido con prontitud, además de su intachable calidad jurídica, a intereses particulares sobre otros generales, que no públicos, sino igualmente privados, aunque mayoritarios o comunes. La Liga del Fútbol Profesional defiende intereses privados, desde una posición dominante de la cual no debe abusar en el libre mercado de los clubes competidores.

La propia Federación española de Fútbol, como no me canso de repetirlo (y celebro que el Auto al analizar la vigente Ley del Deporte lo reconozca), tiene naturaleza privada, a pesar de que se le atribuyan funciones de carácter administrativo. No en balde, el auto entrevera en la no inscripción del Real Murcia una dura medida punitiva y de escarmiento, ejercida con efectos retroactivos. Lo cual está vedado a la actuación administrativa, más teniendo en cuenta que el acuerdo de los “ratios” aprobados por la LFP, -señala el juez- no se viste con ropaje de “Ley, ni de Reglamento ni de norma administrativa de rango inferior (orden circular, instrucción, etc)”.

Las formas y el fondo, una vez más, se demuestra que van íntimamente unidas. Por ello mismo, entiendo que la Liga deportiva y la Liga administrativa de las que habla Javier Tebas han de cohonestarse para no chirriar como hasta el presente, pero ambas son legítimas.

La mala prensa de ganar en los despachos, en realidad, refleja la voz de su amo. La del fuerte también sobre el débil: “Dejen por favor las cosas como están, no ensucien…” En realidad, quieren decirnos, no nos jodan el negocio. Pero está claro que está podrido y el Fair Play Financiero constituye una herramienta valiosa, si se aplica de forma equitativa. En este sentido, la busca impenitente de resquicios legales por los hermanos Samper, que llevan años lo mismo ganando que perdiendo en los terrenos y despachos (más bien ganando en los dos “terrenos”) participa de esta doble naturaleza. Prepárense, amigos, lLa doble Liga no ha hecho más que comenzar.

El espectáculo está servido. ¡Ojo al Atlético de Madrid!

NOTA DEL AUTOR.- Publicado en el Diario de Soria/El Mundo

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