Por José Manuel Pazo //
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Se han hecho públicos los nominados para el Balón de Oro 2014, nos quedan un par de meses de escuchar hablar del galardón en todos esos espacios publicitarios dedicados al Madrid y el Barça, además el lunes se entregaron los premios de la LFP en gala irrisoria (no por la gracia de su presentadora) retransmitida en directo por televisión y donde la mayoría de distinciones recayeron en el tercer clasificado, qué mal debieron hacerlo los dos primeros. Estos dos sucesos me dan pie para escribir en esta entrega sobre lo acertado o no del premio individual en el deporte colectivo.
Somos muy dados, y quizá en nuestro país mas que en ningún sitio, a decir aquello de “El mejor del mundo”, que si este coche es el mejor del mundo, que si las croquetas de mi madre son las mejores del mundo y que si Fulanito es el mejor jugador del mundo y Menganito no lo es. Nos puede resultar sencillo reconocer a un deportista individual como el mejor del mundo en su modalidad en el momento actual, porque compite sólo, su resultado depende de él mismo. Nadie duda que Usain Bolt es el mejor velocista en 100 y 200 metros de los últimos seis o siete años, los resultados lo demuestran y a los hechos me remito, pero ¿acaso es el mejor atleta del mundo? Ahí surge lo etéreo, lo que no se puede demostrar con hechos o cifras. Si a mi me preguntan por quien es el mejor atleta del momento, posiblemente me fuese a ver los resultados del decatlón, porque quién gana en esa disciplina tiene que ser el mejor corriendo, saltando y lanzando y aunque no sea el mejor en nada, sí es el más completo. No ganará a Bolt en 100 metros, pero es probable que sí lo haga en 1500 y saltando con pértiga, ¿es entonces Usain Bolt mejor atleta que Ashton Eaton? ¿Alguien conoce a Ashton Eaton?
Es aquí donde entran las opiniones personales a la hora de repartir premios banales, sin validez alguna y que únicamente sirven de reconocimiento personal para ciertos deportistas. Para ganar esos premios no basta con ser el mejor del mundo, hay que tener un enorme reconocimiento mediático. ¿Acaso el prototipo de consumidor medio de emisiones deportivas se va a sentar dos días seguidos a tragarse la competición completa del decatlón que encima empieza por la mañana bien temprano, teniendo por el camino que descifrar el sistema de puntuación y ser capaz de llevar un seguimiento de quien va primero y que resultado tiene que conseguir su decatleta favorito en la siguiente prueba para ganar medalla? No, ni yo tampoco. El decatlón no vende, una prueba de 100 metros, sí, no llega a diez segundos, la puedes ver entera repetida en las wp_posts y luego comentar en el bar con los colegas el sublime carrerón que se marcó el amigo Bolt. Les reto a encontrar un analista deportivo de bar que sea capaz de nombrar dos decatletas. No, yo tampoco.
Ahí tenemos la clave, dedícate a una modalidad sencilla de ver y seguir, normalmente carreras de velocidad o medio fondo, que te patrocine una marca con buenas estrategias de marketing, que tu imagen aparezca y sea reconocible y si además haces algunos viajecitos y apariciones televisivas de autopromoción durante tus vacaciones, mejor que mejor y luego viene lo más difícil, sé el mejor en lo tuyo, si consigues todo esto estarás cerca de ser reconocido como el mejor atleta del mundo, aunque no lances el martillo a más de diez metros.
Todas estas divagaciones atléticas nos llevan al quid de la cuestión, ¿puede una sola persona ser reconocida como la mejor en un deporte donde para obtener un resultado dependes de tus compañeros? No existe una marca que mida tu resultado, no gana el que llega el primero, el que salta más alto, el que ejecuta un ejercicio con mayor perfección o el que levanta la carga mas pesada, ni siquiera el que consigue tumbar a su rival a base de golpes. ¿Podemos medirlo por el que más goles mete o más puntos anota? Entonces me acuerdo de aquella jugadora a la que le insistía en que de nada nos servía que hiciese 14 goles si por su culpa nos metían 16.
En ciertos deportes como el baloncesto, balonmano o rugby, donde todos atacan y todos defienden, puede ser mas reconocible la influencia destacable de un jugador sobre el resto, un jugador de gran presencia ofensiva y defensiva, carismático y con dotes de liderazgo y en un equipo ganador, puede ser fácilmente reconocido como el mejor jugador del Mundo, siempre teniendo en cuenta que sólo, sin sus compañeros, no puede ganar. Podemos echar un vistazo a aquel famoso último minuto de la final NBA del 98 entre Utah Jazz y Chicago Bulls, en ese caso podemos decir que el 23 de los rojos es el mejor, pero claro, es un caso excepcional.
Y en el caso del fútbol, ¿sería posible reconocer al mejor de entre todos? Es costumbre reconocer como el mejor a jugadores ofensivos, que hagan muchos goles, que hagan cosas espectaculares con el balón, al fin y al cabo son los que más destacan y los que salen en los resúmenes donde lo que se ven son los goles. Nadie vería un resumen donde sólo saliesen las recuperaciones de balón del medio centro. Pero sin esa recuperación de balón, ¿habría gol?
Recurro a un símil de esos exagerados que tanto me gusta plantear a mis jugadoras. Pongámonos en un partido de voleibol, tenemos al mejor jugador del mundo, un excelente rematador que define una gran cantidad de puntos, pero para este partido, sus zagueros receptores serán una botella de agua, una lechuga y un ventilador, ¿podrá este extraordinario rematador anotar algún tanto? ¿Será entonces reconocido como el mejor del partido? Este disparate que acabo de plantear nos muestra la importancia del equipo en los deportes colectivos, si Messi en vez de argentino fuese samoano tendría difícil jugar un Mundial por muy bueno que sea, de éste modo nunca ganaría el Balón de Oro del Mundial, como sucedió en la última edición.
Por tanto el premio individual en deportes colectivos es siempre un reconocimiento donde tenemos que admitir ciertas reglas no medibles y que dependen en gran medida de las apariciones en televisión y medios de comunicación, por esto el jugador ofensivo tiende a copar estas distinciones salvo en casos extraordinarios. Sólo se considerarán justos los premios a máximos goleadores o anotadores, porteros menos goleados, máximos reboteadores, etc… donde el reconocimiento se otorgue por resultados medibles y computables, ¿el del mejor jugador del mundo?, un premio mucho más discutible, que depende de la opinión de los demás mas que del rendimiento propio, pero no olviden que somos deportistas, competitivos, aunque sirva de poco, queremos ganarlo.
José Manuel Pazo.