Por Ramón Fuentes //

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Es verdad que los futbolistas viven en una realidad paralela al resto de la sociedad, que gozan de un status de vida envidiable y sólo al alcance de privilegiados; que podrían parecer incomprensibles sus frustraciones a ojos del resto de los humanos cuando cuentan con esos sueldos millonarias que les aseguran un porvenir extraordinario, tanto a ellos como a sus generaciones futuras. Todo esto es cierto, pero creo que demagógicamente tratado. Porque los futbolistas, como el resto de los humanos, son personas que tienen sus sentimientos, miedos, aficiones etc..

 

Digo esto porque el bochornoso esperpento sobre la operación David De Gea creo que saca a la luz una de las grandes debilidades de este enorme circo de sentimientos y pasiones que es el fútbol. Sus actores, los grandes protagonistas, son tratados y considerados en muchas ocasiones como verdaderas mercancías, como simples monedas de cambio más propias de la época medieval. Y el “no fichaje” de  David De Gea es el caso más evidente y palpable.

 

Parto de la base de que prefiero eludir el cruce de comunicados emitidos por Real Madrid y Manchester United, más que nada porque salta a la vista el distinto tratamiento de uno y otro. Mientras el equipo blanco redacta un escrito detallando todos y cada uno de los movimientos, la respuesta del United creo que deja muchos puntos oscuros sin aclarar.

 

Pero, dejando de lado esta lucha entre clubes, creo que debe ser la FIFA quien debería revisar esta política de transacciones. Especialmente lo que afecta a los últimos días del mercado de fichajes. Se debería articular algún mecanismo para evitar tener que estar hasta el último minuto y segundo pendiente de la tramitación a través de su sistema informático.

 

Limitar a unas horas antes del cierre del mercado dar de alta posibles traspasos en el TMS de FIFA

 

Desconozco la solución, igual habría que obligar a los clubes a que todos los traspasos con visos de éxito debieran estar incluidos o dados de alta en el famoso TMS de FIFA diez horas antes del límite del mercado de la asociación afectada. O cualquier otra alternativa. De lo contrario nos quedamos con la ingrata experiencia vivida por los dos profesionales implicados. Porque aquí quienes lo han tenido que sufrir, experimentar cada minuto son David de Gea y Keylor Navas.

 

Y el resultado final ya todos lo conocemos, De Gea ha pasado de ser portero titular indiscutible del Real Madrid, luego también uno de los guardametas de la selección española en la Eurocopa de Francia; a tener que regresar a Manchester donde no sabe cómo será recibido, si volverá a jugar en Old Trafford, lo que supone que peligre seriamente su presencia en la cita europea de selecciones del próximo verano. Y todo esto por apenas 25 minutos.

 

Y aquí no vale escudarse en ese discurso demagógico de su sueldo, imagino que David De Gea está absolutamente roto, hundido, ha tocado la gloria con los dedos y se la han quitado. Y todo por culpa de un sistema informático. Eso quiero pensar por lo menos. Yo pregunto: ¿Qué animo va a tener ahora cuando regrese a Inglaterra? ¿será  capaz de aguantar la presión? No olvidemos que estamos hablando de un chaval, de un crío a quien el mundo se le puede caer encima. Quién sabe si esto puede afectar a la sensacional carrera que hasta ahora llevaba el portero madrileño.

 

El otro implicado, Keylor Navas, ha sido el mejor parado en esta rocambolesca situación. Pero eso tampoco quita que haya vivido una tormenta auténtica de sentimientos, sensaciones en cuestión de días. La semana pasada estaba convencido que seguiría en el Real Madrid, el sábado el Bernabéu se rindió a sus intervenciones pero todo cambia en unas horas. Antes de ayer se levanta sabiendo que se tiene que marchar a Inglaterra porque entra en una operación con otro jugador, a media tarde le obligan a pasar un reconocimiento médico rápido, te llevan de un sitio a otro como si fueras un perrito. Y al final, lo que era irse supone ahora quedarse y veremos también el recibimiento que le ofrece el Real Madrid. Yo personalmente no le deseo a nadie pasar por esto. Ni por la amarga experiencia de David De Gea ni por los ingratos momentos de Keylor Navas. Son personas y no mercancías o simples monedas de cambio. Si bien son ellos mismos quienes asumen esta condición, habría que buscar fórmulas más “humanas” de operatividad en estas situaciones.

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