Por José Luis Pérez Triviño //
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Uno de los grandes avances de la humanidad en la comprensión racional de la realidad que nos rodea, de las leyes inmutables que gobiernan el decurso de la naturaleza, fue el abandono de la concepciones religiosas por la basada en la ciencia. Uno de los principales adalides del nuevo paradigma fue Galileo Galileo quien acuñó una de las frases que al dar cuenta de forma brillante de ese nuevo espíritu ha pasado a la historia de las citas: «el gran libro de la Naturaleza está escrito en símbolos matemáticos», dando a entender que bajo la aparente diversidad -y misterio- de fenómenos que acontecen en ella, hay una serie de patrones uniformes que responden a leyes matemáticas. Y la ciencia podría dar cuenta de ellos y así desvelar la magia que hasta entonces había encantado la mente de los humanos haciéndoles creer que tras ellos se encontraba una ser prodigioso que actuaba caprichosamente.
El fútbol hasta hace pocos años ha sido concebido de forma similar a la Naturaleza antes de Galileo. Así no era infrecuente calificarlo de arte o de magia. Es verdad, no obstante que progresivamente su comprensión ha ido cambiando. Así como en el arte de la guerra, se han incorporado las estrategias, y en la medida que estas eran novedosas, los equipos que las ponían en práctica por primera vez podían sorprender a los rivales. Recuérdese por ejemplo el fútbol total de la naranja mecánica de Rinus Michels.
Desde entonces hemos podido comprobar que no solo las estrategias sino tambien la preparación física e incluso mental de los jugadores se ha ido tecnificando. Los grandes equipos cuentan entre su equipo de técnicos con psicólogos, médicos, fisioterapeutas, etc. El próximo experto que se generalizará en esos cuerpos técnicos será el analista de datos, cuya incorporación responde a la revolución que esta suponiendo en el mundo del deporte -como también en otros ambitos: economía, política, etc.- la capacidad que la tecnología ofrece de recabar, almacenar y analizar datos relativos al juego, las estrategias, el rendimiento físico de jugadores, etc. Piénsese por ejemplo que con las modernas cámaras se pueden recoger millones de datos en un partido que después son procesados por potentes ordenadores bajo los patrones suministrados por programas creados expresamente para manejar y relacionar aquellos. Así se han hecho famosos programas como Big Data Analytics que fue utilizado por la selección alemana en el pasado Mundial de Brasil. Dado que la selección alemana se alzó brillantemente con el título es legítimo elucubrar si ese éxito se debe en parte a Big Data Analytics.
Desde la aparición del libro «Moneyball» donde se narraba el éxito del entrenador de béisbol de Oakland Athletics, Billy Beane, que gracias a las estadísticas logró que su equipo mejorara inesperadamente su estadística de partidos ganados – y que haría triunfar a los Red Sox posteriormente- son muchos los equipos que han hecho uso del Big Data para realizar fichajes, diseñar estrategias, monitorizar a sus jugadores o incluso preparar una tanda de penaltis. Y es que para prever por ejemplo por qué lado se lanzará un portero en un penalti puede resultar muy útil el análisis de los cientos de partidos en los que el mismo portero se enfrentó a la soledad de ese crucial momento.
Así por ejemplo, se entiende como Van der Sar detuvo el decisivo penalti a Anelka en la final de Champions League de 2008 que enfrentó al Manchester United contra el Chelsea. O porqué sorprendentemente L. van Gaal sustituyó un minuto antes de que acabar la prórroga del partido de la pasada Copa del Mundo que enfrentaba a Holanda contra Costa Rica, a su portero titular por el suplente. Y la razón no era que este último tuviera mejores estadística de paradas bajo los palos en los lanzamientos de penaltis, sino que de esa manera desbarataría la estrategia de los costarricenses en el supuesto de que hubieran planificado cómo lanzar los penaltis sobre la base de los datos históricos recabados sobre el portero titular. Y por el resultado final de dicha tanda, la estrategia fue un éxito.
En definitiva, la magia que hacía del fútbol un deporte imprevisible puede desaparecer – o al menos disminuir- cuando la tecnología nos permita prever por el lado que disparara el penalti Cristiano Ronaldo -cosa que ya pudo «intuir» Manuel Neuer en la semifinal de la Champions League de 2013-, o cuales son las estadísticas de goles, pases correctos, velocidad punta, kilometros recorridos, etc que hacen de Messi el mejor jugador del mundo.
La duda que genera el Big Data es su falibilidad para dar cuenta de todos los factores involucrados en un deporte tan complejo y sutil como el fútbol. Pero en el caso de que -como ocurrió con la ciencia respecto de realidad física en el Renacimiento- el Big Data desentrañe la magia del fútbol veremos entonces si este seguirá despertando el mismo grado de pasión que lo convierte en el deporte que todos conocemos y apreciamos.
Publicado previamente en www.futbolyfilosofia.com
Presidente de la Asociación Española de Filosofía del Deporte
Master en Derecho Deportivo
@JLPerezTrivino
