Por Ramón Fuentes //

_________________________________________________________________________________________

Resulta ciertamente llamativo como ha cambiado el discurso de Gerard Pique desde la roja que vio en el Camp Nou en la vuelta de la Supercopa y que le ha costado cuatro partidos hasta el día de ayer. Conviene recordar que en dicho encuentro, y tal y como recoge el acta arbitral de Carlos Velasco Carballo, el jugador azulgrana se dirigió a uno de los asistentes y le dijo textualmente “Me cago en tu puta madre”. Palabras que, como bien quedan recogidas en el actual Cogido Disciplinario de la RFEF, se consideran insulto y se castigan con una sanción de cuatro a doce partidos. Luego el jugador ha sido penado con la menor sanción posible dentro de una horquilla bastante amplia.

 

Pues bien, volvamos al día del partido, porque nada más acabar el mismo no recuerdo yo que hubiera manifestación alguna del central azulgrana pidiendo perdón por su reacción airada hacía el asistente. Todo lo contrario, lo que inmediatamente empezó a circular era que esta expulsión venía ya desde mucho tiempo atrás. Concretamente desde la temporada 2012-2013 cuando el árbitro internacional madrileño también le mostró la roja en el Camp Nou en un compromiso liguero ante el Sporting de Gijon. Fue nada más empezar la segunda mitad. Entonces incluso hablo de premeditación porque en el vestuario, justo antes de arrancar el segundo período, Piqué había mantenido una conversación con Velasco Carballo. Conversación de la que sólo conocemos el punto de vista del jugador, no la del árbitro. Y quienes conocemos a Velasco Carballo sabemos perfectamente que Piqué sólo ha contado su verdad de aquella charla informal y que jamás un árbitro va a salir premeditado a expulsar a un jugador por haber tenido puntos de vista distintos en el túnel de vestuarios.

 

Pero volvamos a lo sucedido en esa vuelta de la Supercopa y que ha dado pie a la actual sanción de cuatro partidos que Gerard Piqué está cumpliendo, tal y como adelanté en Público y que IUSPORT se hizo eco. En ningún momento el jugador tuvo una reacción espontánea de arrepentimiento nada más acabar el partido. Y existen muchas formas de manifestarla. Podría haberlo hecho de manera privada acercándose al vestuario del colegiado y manifestándoselo cara a cara. De habe sido así que no quepa duda a nadie que el colegiado lo habría dejado constar en acta. O incluso ese día tenía cientos de medio de comunicación a los que haberse dirigido para hacer público este arrepentimiento.

 

Pero no sólo se empezó a filtrar que esto era un ajuste de cuentas histórico entre jugador y árbitro, sino que además el acta arbitral mentía dado que Piqué jamás había dicho eso al asistente. Luego ya no sólo cargaban contra Velasco Carballo, sino que además se empieza a dejar caer que el asistente es además un mentiroso. Porque fue él quien le dijo por el pinganillo a Velasco lo sucedido determinando la expulsión. Luego nos encontramos con que, horas después de finalizar el partido, Velasco Carballo era un “rencoroso” y su asistente un “mentiroso”. Pero ninguna palabra de arrepentimiento.

 

Hubo que esperar casi 24 horas después para que aparecieran las primeras manifestaciones del jugador. Fue en la red social twitter y allí Piqué puso textualmente: “En ningún momento empleé ningún insulto”. Arrepentimiento que, salvo que alguien diga lo contrario, deja de tener carácter espontáneo.

De nada le sirvieron los argumentos esgrimidos por el Barsa en el recurso para evitar dicha sanción de cuatro partidos de la que posiblemente mañana tendrá que decir algo al respecto la segunda instancia, el Comité de Apelación. Y ya resulta llamativo que precisamente ayer, a menos de 48 horas para este posible dictamen, Piqué aparece para defender al estamento arbitral, hasta el punto de decir que “ganar la liga no dependerá de los arbitrajes” porque para el “son cien por cien imparciales”. Manifestaciones realizadas una semana después de lo sucedido.

 

La pregunta es: ¿Qué pretende Piqué con estas manifestaciones? ¿Evitar que Apelación le confirme la sanción o evitar futuras reacciones arbitrales?. Si lo que pretende es lo primero, conviene volver a insistir que sólo sirve el arrepentimiento espontáneo en este tipo de situaciones. De nada vale ir pidiendo disculpas siete días después. Y que, salvo sorpresa mayúscula, lo normal es que Apelación le mantenga la sanción como ya hiciera en su día a Sergio Ramos por insultar a Ayza. Conviene saber que el acta arbitral es el documento clave en estos procesos donde además no existen imágenes. Y aquí la palabra del arbitro no admite lugar a dudas.

 

Sólo si hubieran existidos imágenes donde se viera claramente que nunca dijo esas palabras, podríamos tener margen de duda. Aunque también podría suceder lo contrario, que esas imágenes hubieran confirmado lo que el jugador azulgrana dijo al asistente. En ese caso incluso igual estábamos hablando de más de cuatro partidos.

 

Acabo diciendo que Piqué debería aprender de esto; del daño que ha hecho a su equipo por su actitud infantil. Debería haber sido más frío en el campo y más inteligente nada más finalizar el partido. Sólo en ese caso podríamos estar hablando de una posible reducción de partidos del Comité de Apelación. Organo que salvo sorpresa, y vuelvo a repetir, ratificará el castigo del Juez Unico de Competición.

 

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad