Por Blas López-Angulo //

_________________________________________________________________________________________

¿Existiría el deporte en ese país soñado desde las utopías, o mejor, desde las atopías? ¿Cuáles, de qué manera? ¿O son impensables hoy en día? No hay nada más que ver la kermesse del Ballon d’Or dominada por el marketing, los business y el espectáculo identificado con los otrora ases que solo se expresaban en el campo.

Que era el único lugar donde sabían. Hoy, aunque tampoco han mejorado (entre el aullido monosílabo de uno y la ensimismada mudez del otro), su imagen es marca y su ropa el diseño de esa marca y tiendas de su propiedad. Se les perdona todo, salvo la derrota.

Hubo épocas en que las utopías pululaban y las revoluciones florecían. Tampoco es este el lugar de un repaso histórico. Solo me acercaré a los últimos ardores que tienen que ver con el Mayo del 68 y los peligrosos años setenta. Luego llegó la Tatcher, esa dama de hierro, a poner orden junto a Reagan, aquel mediocre actor. Pocas cosas dejaron en paz: nos ha quedado una conciencia brumosa de la ecología y ese otro viejo sueño del amour fou, con diletantes tan torpes como el exmonarca, y poco más.

Ernest Callenbach reflejó una preocupación casi visionaria por la ecología, la sostenibilidad y el uso de las energías renovables en un libro que publicó a finales de la década de los setenta: Ecotopía. Unas 25 editoriales rechazaron su manuscrito, en la creencia de que tales preocupaciones fueran pasajeras. El autor lo recordaba durante una entrevista con The New York Times en 2008: “Algunos dijeron que no había suficiente sexo y violencia o bien que no se sabía si era una novela o un tratado”.

“En lo que se refiere al deporte en Ecotopía -país utópico del que el reportero (Weston) de esa novela de ciencia-ficción da cuenta- lo más difícil de comprender para un americano es el que los ecotopianos puedan vivir sin la emoción, el drama y el suspense que proporciona en nuestro país la locura de los campeonatos de liga y la caza de récords y copas; tampoco se da aquí ese deseo, tan frecuente en los jóvenes americanos, de identificarse con las grandes figuras del deporte”.

“Los periódicos tienen una sección –prosigue William Weston- que titulan ‘páginas deportivas’, en realidad dedicada a los más excéntricos deportes individuales. El esquí, especialmente en sus modalidades ‘de fondo’ ocupa un importante lugar. La marcha y el camping, combinados habitualmente con la pesca y la caza, son considerados como deportes. La natación, la vela, la gimnasia, el pin-pong y el tenis gozan asimismo de una situación privilegiada. ¡Lo mismo pasa con el ajedrez! Hasta el balón-bolea, qué Dios les ampare, es uno de sus pasatiempos favoritos”

En resumen, para los entusiastas del deporte Ecotopía es el país más aburrido del mundo: las zonas deportivas se montan única y exclusivamente en función de los participantes. Los ecotopianos observan un programa de actividad física de un rigor casi espartano.

También les encanta bailar, un buen ejercicio en definitiva; y andar mucho, en parte, por la prohibición de los coches. Está claro que gozaban todos ellos de buena salud y silueta.

No parece un panorama apetecible a nuestros ojos, pero quién sabe. Muertas las utopías y las revoluciones, el apocalipsis tal vez sí que sobrevenga, y no solo en el terreno de la ficción (también hay piezas), tras los estragos de un mundo sin pies ni cabeza. Al menos, fuera de los estadios.

Nota del autor: publicado en el Diario de Soria el 18 de enero 2015.

Por IUSPORT

Si continúa navegando acepta nuestra polìtica de cookies    Más información
Privacidad