Quizá esté ocurriendo ahora lo mismo. La delegación española en Buenos Aires, y el conjunto de los medios hispanos, intentan buscar las verdaderas razones de que Madrid 2020 no cayera ante Tokio, sino ante Estambul, cuyo país está a años luz de España en infraestructuras de todo tipo, incluidas las deportivas, ranking deportivo, estabilidad política, etc.
Para nosotros la explicación más verosímil de lo sucedido es esta: estando, como estaba, predeterminada la victoria de Tokio, no interesaba que España llegara a la votación final, así que lo conveniente era eliminarla en la primera ronda. Lo demás es simplemente Economía. Es evidente que España, inmersa en una crisis económica profunda, con el crédito de la clase política por los suelos y un pasado turbio en cuanto a firmeza en la lucha contra el dopaje, no llegaba a la final de Buenos Aires en las mejores condiciones.
Por el contrario, Japón, a pesar de los contratiempos, mantiene su condición de potencia económica y ha convencido a los miembros del COI (eso parece) de que sus esfuerzos por superar el terrible accidente de la central nuclear de Fukushima, único hándicap en su carrera al premio, están dando resultados y que en 2020 ya no se recordará.
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