El espectáculo que está dando el fútbol español al mundo entero a cuenta del caso Pedro León es un absoluto esperpento.
Por mucho que los juristas se expriman los sesos para diseccionar un caso verdaderamente interesante -para los leguleyos-, desde el punto de vista de los aficionados es bastante vergonzoso.
En el plano jurídico podemos encontrar argumentos incluso sólidos para defender ambas posturas, pero también sabemos que de existir una adecuada comunicación entre la Liga y la RFEF esto no habría sucedido.
Pero los hechos son tozudos y algunas personas también.
Dicho esto, y mirando al futuro (De lege ferenda), cuando hablamos de fútbol profesional, parece más lógico que sea la Liga, más que la Federación, en tanto que titular de la Liga BBV y la Liga Adelante, la que debería resolver sobre la expedición de licencias con carácter irrevocable, sin perjuicio de la ulterior toma de razón en la RFEF para que surta efectos en el ámbito federativo.
Otra cosa son las incidencias que puedan acaecer una vez inscrito un jugador. En estos casos podrían darse expedientes paralelos de la patronal y del ente federativo, cada uno de los cuales tendría los efectos reglamentariamente previstos.
Y es que lo acontecido en los últimos días con el caso Pedro León daña la imagen del fútbol español y del país en su conjunto.
Es efectivamente un esperpento que una Liga Profesional deniegue la inscripción a un jugador en su competición y, al mismo tiempo, la RFEF desoiga aquel acuerdo y le conceda licencia para una competición que el ente federativo no organiza, con el agravante de que esta decisión es a su vez desoída por la patronal, que llega a amenazar con sanciones adicionales directas al club si alinea al jugador.
Llevamos muchos años avanzando notablemente en los sistemas de gestión y organización deportiva. España es un país puntero en este terreno, con un elenco de profesionales de primer orden.
Son otras personas, con otros ángulos pero con más poder de decisión, las que provocan estos desafueros.
Sres. Tebas y Villar: son Vds. los llamados a recapacitar. Les sobran ejecutivos en ambas instituciones perfectamente capacitados para entablar una amplia negociación que desemboque en un marco estable de lealtad institucional entre ambas.