Por Blas López-Angulo //
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Uno ha de vencer muchas resistencias para abordar toda esta opereta protagonizada por los cabecillas del fútbol, como así los vengo llamando. El colmo ha estado una vez más en la “judicialización” de sus discordias, una versión paralela a la política.
Prescindiría de opinar sobre esta curiosa huelga de trabajadores encabezada por los temerosos del Fisco y con el apoyo de la Federación (!), si no fuera porque el auto de la Sala de lo Social, aun como medida cautelar, se posiciona sobre un derecho fundamental de manera restrictiva. El sindicatos de futbolistas, AFE, se ha reservado la posibilidad de recurrirlo ante el Tribunal Supremo; no obstante, la pendencia del examen de fondo de la demanda, que se verá en junio, cabiendo ulterior amparo en el Tribunal Constitucional. Como ven, haya fútbol o no por medio, la cuestión no es baladí.
A estas anomalías propias de la salsa futbolera con las que disfrutamos entre partido y partido se unen otras más graves al devenir aquellas en conflicto jurídico. En materia de huelga, el ordenamiento español presenta la anomalía jurídica de verse regulada por un Decreto-Ley, además preconstitucional. El Tribunal Constitucional ha venido perfilando su desarrollo legal, en ausencia de la debida Ley Orgánica.
Este viejo decreto-ley, aunque parcialmente derogado por el TC, responde a una concepción intervencionista de la Administración, acorde con un pasado prohibicionista del derecho de huelga. Y, desde luego, ha fomentado la litigiosidad en tanto el mandato constitucional que reconoce su ejercicio por los trabajadores “para la defensa de sus intereses” no ha sido desarrollado oportunamente.
En este caso, al activar la Sala un incidente cautelar frente a un derecho fundamental -de “fuerza expansiva” como la propia Sala reconoce- ha formulado un juicio sumarísimo, aunque provisional, que no es el más adecuado. Téngase en cuenta que al fiscalizar los intereses alegados por el sindicato convocante de la huelga, su tutela judicial acoge los requisitos cautelares que solo son indiciarios (el fumus boni iuris), formales (la caución) y no sustantivos, sino preventivos (periculum in mora).
La Sala entiende que algunos de los objetivos de la huelga perseguían modificar el convenio colectivo vigente, lo que está vedado conforme al artículo 11 del Decreto-Ley que la regula.
En dicho sentido, debería recordarse que la Constitución ampara un modelo de huelga amplio o, cuando menos, “no estricto” o “no meramente contractual”. Desde mi formación iusfilosófica, el derecho constitucional de huelga no es únicamente un instrumento de presión cuya virtualidad se ciña a un proceso de negociación colectiva, o al marco del contrato de trabajo o incluso al ámbito de las relaciones laborales.
Su naturaleza de derecho fundamental y su conexión con los valores superiores del ordenamiento jurídico le convierten en instrumento de protección, reivindicación y participación de los trabajadores en los ámbitos laboral, económico, social y político. Por tanto, son lícitas las huelgas, llámese políticas, cuando el desencadenante se halla fuera del ámbito privado del contrato laboral.
Es decir, un decreto del poder político, en este caso auspiciado por la patronal (la LFP), cuya libertad empresarial ha obviado los intereses de los trabajadores globalmente considerados. Lo que ya es de opereta, es que también los de la Federación (una filial de esa multinacional “sin ánimo de lucro” que es la FIFA), y que ya estudia impugnar la injerencia del gobierno en sus asuntos.
Por lo visto, sus estatutos se arrogan la propiedad de los derechos audiovisuales. Convalidado el Decreto-Ley que los regula, sin debate parlamentario, lo que el gobierno, vista la gresca montada, también podía haber evitado, pues estos si que corresponden estricta y autonómamente a la voluntad de los intervinientes dentro de una economía de mercado. En cambio, la reforma de la Ley del Deporte en sede parlamentaria era más procedente, a juzgar por la deriva desmesurada del negocio del fútbol.
Su frivolidad amenaza con disparatar los principios más sólidos. Los que nacieron con el deporte ya se los cargó, lo que no sabíamos es que su sindicato hiciera huelgas tan increíbles e irreales como esta, pues están jugando en el fondo con un derecho fundamental, que en este país ofrece anomalías históricas muy presentes.