Por Javier Rodríguez Ten //

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A mi entender, los tenistas han visto a Gala León como una extraña en su cortijo, alguien que no es «de los nuestros» y que, por lo tanto, podría no continuar la política de pacto para organizar las alineaciones de Copa Davis. Y ese es el verdadero trasfondo. Es evidente que la Copa Davis es el «mundial» de tenis por selecciones nacionales, y que esa competición constituye un estorbo o, cuanto menos, un obstáculo, para la preparación de los tenistas y para el desempeño de su verdadera competición en la ATP.

 

Se trata de un hecho objetivo, y también de algo que hay que entender. Mientras que un futbolista tiene su contrato con su Club, y cobra religiosamente durante su vigencia, juegue o no, esté lesionado o no (a salvo de los incentivos y variables que pueda haber), si un tenista se pierde un campeonato deja de ingresar dinero y de generar puntos en el ránking. Y si la Copa Davis se juega próxima a citas importantes, o cuando el deportista acumula ya cierto cansancio, es un hándicap para la participación en los siguientes compromisos, que son su verdadero trabajo y su fuente de ingresos. Por eso, el punto de partida debe ser claro: no es lo mismo que un jugador de un Club se niegue a acudir a la selección, o ponga excusas con males imaginarios, a que un jugador cuyos ingresos y clasificación dependen de jugar o no una serie de partidos lo haga, o pida que en alguna ocasión no se le llame.

 

Ahora bien, si queremos que la Copa Davis sea lo que ha sido y lo que es, hay que articular «algo» para que esto no suceda. A los partidos de Copa Davis deben ir los mejores tenistas, y los mejores son los que están más arriba en el ránking, a salvo de alguna decisión técnica atendiendo a tipo de pista, cansancio acumulado, lesiones, etc. Pero si lo hacemos así, a lo mejor esos tenistas que por otra parte dan prestigio al tenis español por su posición en la clasificación dejan de hacerlo. Es complicado. Habría que pactar un calendario mundial entre todos, que posibilitara que los tenistas pueden competir a título individual, con su selección y descansar; a lo mejor menos citas, o citas en años alternos (con incremento de premios). Algo.

 

Lo que es sencillo de entender es que la Ley del deporte castiga la inasistencia a las convocatorias de las selecciones nacionales, por lo que la figura del capitán de Copa Davis es básica para evitar problemas, problemas por otra parte limitados teniendo en cuenta que la organización del tenis internacional es la ATP, ajena a la estructura oficial, y en cuyo ámbito el cumplimiento de una sanción de privación de licencia federativa estaría por ver (la sanción implicaría no jugar Copa Davis, a lo mejor no ir a los JJOO… pero poco más). El capitán debe lidiar con los intereses del tenis español y los de los tenistas de élite, tener mano izquierda para no seleccionar al que no lo pide, capotear los malos resultados obtenidos sin los mejores, etc. Y eso es más fácil cuando quien selecciona es alguien que ha estado en el rol inverso, es decir, que cuando era tenista de élite ha solicitado no ser convocado porque no le convenía. Pero ahora España está en Segunda División… y esto hay que sacarlo cuanto antes y con nota, lo que implica… pues eso, contar con los mejores.

 

Y a mí nadie me quita de la cabeza que esta es la verdadera razón de las reticencias hacia Gala León. Sin perjuicio de que también me haya sorprendido el nombramiento.

Por IUSPORT

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