El Barça sufre su peor pesadilla, atrapado entre la sanción de la FIFA y la imprescindible renovación de la plantilla. Pero Blatter tampoco puede conciliar el sueño.
Ni una convocatoria electoral serviría para relanzar al mejor club del siglo XXI, hasta ahora. Perdidas hace escasos días cualquier opción en la Liga española y en la Champions, el presidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu, mandó un mensaje a la afición del conjunto azulgrana tras la definitiva derrota ante el Real Madrid en la final de la Copa del Rey.
A través de su cuenta de Twitter, pidió el apoyo de sus aficionados en el peor momento del club en lo que va de temporada y posiblemente de lustro. “Gracias a los barcelonistas por vuestro apoyo al Club. La derrota es dura, pero hay que estar al lado del equipo y felicitar al rival”, escribió el presidente.
Nada dijo acerca de una eventual convocatoria de elecciones a final de temporada. Ni se le pasa por la cabeza. Bartomeu considera que el reciente referéndum sobre al Nou Espai Barça ha disipado las dudas de legitimidad que existían en algunos sectores, por lo que se ve liberado de la obligación moral, jurídica nunca la tuvo, de convocar elecciones anticipadas. Por el contrario, tiene previsto completar el mandato iniciado por Rosell hasta 2016.
De todos modos, esa convocatoria electoral está lejos de ser la solución a los grandes problemas del club.
Por encima está el devenir de la tremenda sanción impuesta por la FIFA, que le impide fichar nuevos jugadores durante dos periodos de traspasos.
Y dentro de este asunto, hay un aspecto que parece tangencial y sin embargo es vital. Ya hemos comentado el perjuicio adicional que le ha supuesto al club la tardía e inexplicada notificación de la sanción, que fue acordada en noviembre de 2013 y comunicada oficialmente en abril de 2014. De haberse notificado en tiempo y forma, el Barça podría remontar su vuelo en la Navidad de 2014. La inadmisible notificación en abril pasado atrasa esa posibilidad al verano del próximo año y aquí está el meollo del asunto.
Ni Blatter imaginó un escenario tan adverso para un club tan importante a nivel mundial, mucho más que él, por supuesto. El inmenso daño adicional infligido al club blaugrana con la tardía notificación se vuelve así como un bumerán contra el presidente de la FIFA, que ahora se verá obligado a maniobrar al borde de la ley para revertir la situación. Él solito se ha colocado en esa situación límite, forzado, ante la fuerte crisis azulgrana, a presionar a la Comisión de Apelación para que conceda a los azulgranas una suspensión cautelar de la sanción que les permitiría renovar la plantilla de un plumazo en el verano de este mismo año. Para el club es inaplazable.
El Código Disciplinario de la FIFA establece que el recurso no suspende por sí mismo la ejecución de la sanción recurrida, pero no impide a la Comisión de Apelación acordarla.
Dice el art. 124 (Efectos del recurso):
«1. El recurso de apelación otorga a la Comisión de Apelación el poder de
decidir nuevamente sobre el caso.
2. El recurso no suspende los efectos de la decisión apelada, excepto
tratándose de sanciones pecuniarias».
En cuanto a los socios y aficionados, nos parece a nosotros que les vendría mejor emplear su tiempo y energía en lograr esa suspensión cautelar, más que en exigir una convocatoria electoral anticipada.