[Img #16478]No fue Pelé, ni Diego Maradona, Lionel Messi o Cristiano Ronaldo, pero su nombre marcó un antes y un después en la historia del fútbol mundial. Su nombre: Jean Marc Bosman.

 

El ignoto futbolista belga con un pasado en Standard Lieja y un presente desolador fue quien cambió las reglas de este deporte, que es lo que hoy es por un fallo del que disfrutan actualmente varias de las figuras que brillan en el fútbol.
    

Fue Bosman quien marcó el gol más importante y no lo hizo en la cancha sino en los tribunales hace dos décadas, cuando una sentencia de la Corte de Justicia de Luxemburgo derivó en una ley que lleva su nombre.
    

El 15 de diciembre de 1995, la justicia determinaba que en el seno de la Unión Europea la transferencia de jugadores con contrato vencido debía realizarse sin necesidad de indemnización alguna, liberando de hecho el mercado de pases.
    

Bosman, que nunca gozó del beneficio que generó, no se arrepiente: «Hice lo que consideré justo y me siento orgulloso de ello. Muchos dicen que la Ley Bosman fue la causa legal del siglo en el deporte», afirma en diálogo con ANSA.
    

«Claro que me hubiese gustado que algún otro futbolista hubiera dado el paso que yo dí porque desde entonces jamás he ganado nada en términos económicos», bromea hoy Bosman, quien destaca pese a todo que «fue un sacrificio que valió la pena».
    

«Inicié mi batalla legal cuando tenía 26 años, en un momento importante, diría crucial en la carrera de cualquier jugador y pagué un precio muy alto», explicó Bosman, quien debió esperar cinco años para que le reconocieran sus derechos.
    

Demasiado tarde, a su entender, llegó la recompensa a su osadía pues su carrera terminó en el Visé, equipo de la segunda división del fútbol belga, aún cuando su talento quizás no le hubiese permitido llegar a un club «grande».
    

Con pasado Saint-Quentin y Charleroi, Bosman asegura que pagó «un precio altísimo porque en el momento en que decides atacar a la FIFA o a la UEFA está claro que tu carrera no será la misma y hasta se puede terminar».
    

«Fue una larga y enervante batalla con las autoridades futbolísticas porque había en juego muchísimo dinero, pero esto lo sabía porque el fútbol es política», continuó Bosman, de 51 años.
    

«La FIFPro (Sindicato internacional de futbolistas profesionales, Ndr) me respaldó, pero jamás me llamó un jugador, un colega para decirme aunque sea gracias», explicó el ex futbolista belga.
    

«Es difícil explicarle hoy a los jóvenes jugadores qué representó mi caso, pero espero al menos que con este vigésimo aniversario de la sentencia los diarios puedan explicarle a la gente sus efectos positivos», auguró.
    

«Para mí fue dificíl cargar con esto solo sobre mi espalda, pero era de esperarse porque en el mundo del fútbol siempre los jugadores tuvieron miedo de hablar por temor a tener problemas con sus clubes», completó.

    
Bosman también le respondió a sus detractores, que aseguran que la sentencia hirió de muerte a las divisiones juveniles de los clubes europeos, que prefirieron reforzarse con extranjeros en lugar de invertir en sus «canteras».
    

«Hay muchas cosas que están mal en el fútbol. Existe mucha especulación financiera, pero no creo que eso sea así por culpa mía. La sentencia sólo equiparó a los futbolistas con los demás trabajadores europeos», destacó.
    

«Hizo que muchos futbolistas, en el siglo XXI, tengan derecho a circular como cualquier trabajador y no sean tratados como caballos, pollos o vacas. Pero queda mucho por hacer para que los derechos de los futbolistas sean respetados», agregó. «Hay países donde los futbolistas son bien pagados y gozan de plenos derechos, pero hay otros en los que las reglas no se respetan y yo hice lo que hice por estos últimos, no por quienes luego se convirtieron en millonarios», finalizó Bosman.
    

Hasta la sentencia Bosman, los futbolistas que estaban por terminar su contrato necesitaban de un permiso de sus clubes para cambiar de equipo y se pagaba una indemnización calculada en base a sus ingresos multiplicado por un coheficiente que variaba según la edad del jugador.
    

Su caso estalló cuando recurrió a la Corte de Justicia Europea al frustrarse su transferencia al Dunkerque de la segunda división francesa pese a que su contrato con el RFC Lieja había caducado y el club belga consideró insuficiente la propuesta del club transalpino.
    

Cinco años y la carrera la demandaría a Bosman lograr que la justicia le diese la razón. Hoy, los futbolistas pueden firmar un acuerdo con otro club seis meses antes de finalizar sus contratos. Muchos se favorecieron, él sigue esperando al menos un «gracias».

 

Sandro Verginelli
(ANSALATINA.COM)
 

Por IUSPORT

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