[Img #3823]Fuentes próximas al club azulgrana han comentado que efectivamente hay mucha preocupación en la Directiva del FC Barcelona ante la inminente resolución del juez que lleva el proceso contra Joan Laporta, quien podría estimar la excepción de litisconsorcio pasivo necesario, posibilidad que adelantó Iusport en exclusiva antes de que se formalizara por los demandados.

Sería lo más parecido a un disparo en el pie. Bartomeu y otros directivos actuales del club instaron en 2010 interponer una demanda contra el expresidente Joan Laporta, ejercitando la acción social de responsabilidad por las pérdidas acumuladas en sus  sucesivos mandatos al frente del club.

Y es que el juez decidirá esta semana si, estimando aquella excepción, amplía la demanda al  presidente del FC Barcelona, Josep María Bartomeu, al ex Sandro Rosell y a otros directivos actuales que estaban en la Directiva azulgrana en la época de Laporta.

El asunto se le complicó a Bartomeu en la vista previa al juicio que se celebró recientemente, justo en el instante en que los letrados del club, forzados por la evolución del caso,  pusieron el acento en la «responsabilidad objetiva» de las directivas de Laporta y claro, despejada la exigencia de “dolo”,  la demanda se volvería como un bumerán contra los actuales directivos. Saben que si de responsabilidad objetiva se trata, todos los directivos son igualmente corresponsables.

El 16 de octubre de 2010, la Asamblea de Compromisarios aprobaba la acción social de responsabilidad por escasa mayoría, no debe olvidarse este extremo, con 468 votos a favor, de un total de 1.093, entre los que se encontraba el del actual presidente y codirectivos.

Exigían que la Junta saliente se hiciera cargo de las pérdidas durante su gestión, por lo que cada uno de los 17 directivos implicados iniciales debería aportar 2,8 millones de euros. Esta cifra habría que repartirla, en su caso, entre aquellos 17 y en cuatro de los actuales directivos del club más Rosell.

Un dato que ha pasado desapercibido fue la posición que adoptó Sandro Rosell, siendo ya presidente, cuando se votó aquella acción judicial. Inexplicablemente, pues es el auténtico instigador de la iniciativa, Rosell fue uno de los que se abstuvieron. Aquí empezó a verse la verdadera talla del ya expresidente, que nunca estuvo a la altura del cargo. Una genuina incongruencia, entre otras cometidas durante su interrumpido mandato.

Su condición de expresidente ha producido también aquí un efecto procesal. Sandro Rosell no comparecerá como representante del club demandante, sino como testigo. El que está citado a declarar como representante es Bartomeu. Todo esto ocurrirá a mediados de septiembre de 2014.

Pues bien, ante la eventualidad de que el juez los considere codemandados, y consciente del efecto demoledor que el traspaso de Neymar ha producido en la imagen de la entidad y a su propia continuidad, Bartomeu sopesa desistir de la demanda contra Laporta. Según buenas fuentes, la idea ha partido del vicepresidente del Área Institucional, Carles Vilarrubí, delfín tapado de Rosell que ve como las cosas se complican.

Sin embargo, los tiempos juegan en contra de Bartomeu. Habiéndose autorizado en 2010 el ejercicio de la acción social de responsabilidad por parte de la Asamblea del club, la Directiva está obligada a convocarla nuevamente para que adopte el acuerdo inverso.

La situación es dramática para Bartomeu. No tiene tiempo suficiente para desistir antes de que se pronuncie el juez, así que a la cúpula blaugrana sólo le queda encomendarse a una resolución desestimatoria del litisconsorcio pasivo necesario por parte del juez, para poder presentar el desistimiento sin ser codemandados. Vaya papelón plantear a la Asamblea la renuncia a la acción legal por alguien que es codemandado en esa misma acción.

Y todo esto en un clímax espantoso. El juicio por el traspaso de Neymar, las otras causas abiertas en Brasil contra Rosell, el socio Jordi Cases, que no retira la querella, el nuevo estadio, que pretenden someter a referéndum sin dar a conocer su diseño, y ya lo que faltaba: no entra la pelotita.

Como decía con sarcasmo el genial Xavi Canal hace poco en Iusport: «Mientras entre la pelota, al socio que no lo llamen»

O sea, que como le toquen al socio en la puerta podría abrirse la caja de pandora y el ambiente se tornaría irrespirable. Las voces que cuestionan su legitimidad moral, que no la legal, podrían multiplicarse y Bartomeu se vería forzado a una convocatoria anticipada de elecciones que trastocaría todos sus planes, en especial el nuevo estadio, infraestructura en la que tiene puestas sus esperanzas de elección, que no reelección, en 2016.

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