En torno al primer aniversario del 15-M, el poder había activado la vía de la represión y la criminalización para acabar con la protesta en calle. Entrar en esas dinámicas vacía la calle de pluralidad, “des-democratizando” la protesta hasta que sólo quedan grupos pequeños y muy homogéneos, fácilmente identificables y codificables. Ahí surgen entonces Los Reflectantes diciendo: “no vamos a jugar en ese juego, rompamos los códigos”.
Los Reflectantes parecen superhéroes salidos de un cómic de Marvel, pero se trata de gente corriente aunque con dos cosas o tres fuera de lo normal: su traje brillante hecho con papel de aluminio, el Rayo reflectante y el Reflectocubo.
Utilizado correctamente, el Rayo reflectante sirve para reflejar la luz del sol sobre las cámaras de la policía que graban a los manifestantes. Por otra parte, el Reflectocubo puede usarse de dos maneras distintas: como elemento lúdico en cualquier manifestación que se torne aburrida y como antídoto contra cargas policiales.
Este segundo uso del Reflectocubo se puso en práctica por primera vez en Barcelona, durante la pasada Huelga General del 14-N. La manifestación multitudinaria de la mañana había concluido ya cuando la policía asaltó Plaza de Cataluña golpeando con sus porras a todo aquél que encontraba en su camino. Cundió el pánico. La gente huyó despavorida en dirección a Paseo de Gracia y justo entonces hizo aparición el Reflectocubo. Tras un buen rato forcejeando con él, los antidisturbios decidieron quitárselo de encima empujándolo de vuelta hacia el lado de los Reflectantes, quienes se lo volvieron a enviar provocando una espacie de ping-pong absurdo que transformó el ambiente de la plaza radicalmente: del pánico a la juerga en menos de un minuto .
Esta es una de las doce acciones inspiradas para burlar la nueva Ley de Seguridad Ciudadana que recoge EL DIARIO.ES
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