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La opinión mayoritaria apunta a que el FC Barcelona ha contratado un técnico al que le viene ancho el cargo.
No cuestionamos los conocimientos técnicos de Luis Enrique para entrenar, pero ello, siendo necesario, no es suficiente. Hacen falta más cosas, entre ellas disponer de equilibrio emocional. Y esto es lo que le falta al actual técnico del Barça, y no es poco.
Lo más grave de todo esto es que el carácter de Luis Enrique no es nuevo. Zubizarreta estaba obligado a conocer todas las características de los candidatos a Técnico del Barça. No cabe por tanto argüir que ha sido algo sobrevenido. El hecho de que en otros clubes no se hubiese dado la debida importancia a este déficit emocional del entrenador se debe simplemente a que dichos clubes carecen del eco mediático que poseen los grandes transatlánticos deportivos del mundo, pero era perfectamente conocido.
La reacción del técnico a las declaraciones -improcedentes también- del central-lateral Mathieu no son las esperables de ningún entrenador, pero menos del Técnico del FC Barcelona. Y las más recientes hablando de que «se abría la veda», dando por su supuesto que iba a ser criticado por la prensa tras el gatillazo contra el Celta. Estas y otras manifestaciones demuestran que Luis Enrique difícilmente va a triunfar en esta nueva etapa, no por falta de solvencia técnica, sino por déficit de inteligencia emocional, si es que esta es disociable de la primera.
Ahora bien, tampoco es Luis Enrique una rara avis. Otros están aún peor que él en esa condición emocional. Por ejemplo, José Mourinho. Vaya migraña que nos hemos quitado de encima desde que retornó a Inglaterra y aterrizó de nuevo en el Chelsea. En el técnico luso concurre, además, otra característica: hace trampitas. La última viene consistiendo en ordenar a los jugadores que se adentren en el terreno de juego con unos minutos de retraso, hechos por los cuales está siendo vigilado por la UEFA, que lo tiene entre ceja y ceja por episodios anteriores (Ej., provocar la segunda tarjeta amarilla con el Real Madrid).
En el polo opuesto habría que censar a técnicos de la talla indiscutible de Guardiola o Carlos Ancelotti, o Del Bosque, o Pellegrini, entre otros. Auténticos señores dentro y fuera del campo.
Por otro lado, el caso de Luis Enrique nos trae a la memoria otro episodio de ascenso tras ascenso hasta alcanzar el nivel de la incompetencia. Fue precisamente otro vinculado al Barcelona. Tras triunfar como portero en el Logroñés, Julen Lopetegui fue contratado como guardameta del FC Barcelona. Tiren de videoteca y verán como Lopetegui se derretía cada vez que el balón del contrario se asomaba por su área. Dicho sea esto sin demérito de su solvencia como técnico, que en estos momentos acredita con una trayectoria decente en el Oporto.
