El grupo Ecologistas en Acción se ha congratulado hoy por el veto que el nuevo gobierno del Ayuntamiento de Barcelona (BComú) ha anunciado que impondrá a la pista de hielo artificial que cada Navidad, desde el 2011, instalan los comerciantes en la plaza de Catalunya.
El grupo ecologista denunciaba cada año «el disparate económico, social y ecológico del despliegue de pistas de hielo», al mismo tiempo que también criticaban «la desorbitada iluminación de las ciudades durante las fiestas navideñas».
La organización ecologista ha expresado hoy su satisfacción por la decisión del gobierno de la alcaldesa Ada Colau de no montar la pista de hielo artificial en medio de la plaza de Catalunya.
Los ecologistas creen que esta decisión es coherente «con la Agenda 21 Local y el Compromiso Ciudadano por la Sostenibilidad consensuado por cerca de 800 organizaciones de la ciudad, incluidas entidades representativas del sector comercial, para afrontar el reto de superar la crisis económica, energética y climática».
«Esta decisión significa un paso coherente de acuerdo con las políticas que faciliten el logro de una economía de baja intensidad energética y baja emisión de carbono conforme al Plan de la Energía y Cambio Climático de Cataluña 2012-2020», ha añadido el grupo ecologista.
La organización ecologista ha denunciado «la hipocresía» del anterior gobierno municipal de CiU «que destinó fondos públicos en actividades que han derrochado energía emitiendo millones de kilos de CO2, mientras se mostraban incapaces de responder a la situación de pobreza energética que sufren miles de familias catalanas y se llenaban la boca con el ahorro y la eficiencia energética».
«La pista de hielo ha sido el máximo exponente de este absurdo, además de suponer la ocupación del espacio público para una actividad privada, restringida al conjunto de la ciudadanía», ha argumentado Ecologistas en Acción.
La portavoz de la organización, María García, ha pedido que «la campaña navideña sea una de las expresiones claras de este cambio. Barcelona debe ser pionera variando la política que se ha impuesto de forma dominante y uniformizadora en las grandes ciudades de dilapidación de millones de kilovatios y la incentivación de un sobreconsumo que beneficia especialmente a las grandes superficies y perjudica al pequeño negocio».
Para los ecologistas, «la campaña debería ser parte y refuerzo de una política comercial más amplia, que active el tejido social, cultural y económico de los barrios durante todo el año y orientada hacia la transición hacia una economía baja en carbono y eficiente en el uso de los recursos».
