Este martes tuvo lugar la declaración del expresidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, en la vista oral por la presunta acción social de responsabilidad sobre el expresidente Joan Laporta y su última Junta Directiva.
Como ocurría en su etapa de presidente, Rosell siempre se saca un conejo de la chistera, no siempre en su beneficio.
El expresidente reconoció ser corresponsable de la depreciación de jugadores por valor de 63 millones de euros que se hizo en 2003, siendo él vicepresidente deportivo. Calificó dicha operación de «perfecta».
Sin embargo, lo llamativo de esta confesión es que es tal depreciación es un factor clave para atribuir a Laporta las pérdidas de 46,7 millones que ahora se someten a juicio,
«Se nos pidió que hiciéramos una valoración de lo que creíamos que valía la plantilla. Qué jugadores realmente puede o no servir, y que depreciación tiene. Estaba sobrevalorada en 63 millones. Lo valoramos perfecto, porque todos los vendimos por nada, excepto Riquelme, por muy poco», dijo Rosell esta mañana en el juzgado. Para luego añadir: «Soy responsable de los actos mancomunados. Si estás en un grupo, eres partícipe de lo bueno y de lo malo, es obvio».
También recordó que «Se intentó pasar (la depreciación de 63 millones de euros) a las cuentas de la Junta anterior (Gaspart) y el Supremo no lo aceptó».
La depreciación afectaba a jugadores como Gerard, Enke, Geovanni, Christanval, Rochemback, Bonano, Alfonso o Riquelme.
En otro orden, también aseguró que el valor del club, cuando tomaron las riendas en 2010, era «negativo». «El club en el 2010 estaba en quiebra técnica, con fondos propios negativos. No lo sé en el 2003. Tampoco sé qué Barça valía más, pero muy poco en los dos casos. El valor, técnicamente, era negativo».
