Las leyes del deporte, ¿a peso?; ¿es que el legislador del deporte también ha de batir algún record?
Viendo la evolución legislativa de los últimos años en el deporte, principalmente en el contexto de las Comunidades Autónomas que son las que más han innovado en las leyes del deporte, y sobre todo, en las últimas leyes aprobadas y publicadas, uno tiene la sensación que debe existir algún tipo de competición entre los legisladores autonómicos para ver quién es el que consigue poner más artículos en la ley, que la ley tenga más páginas, que hable de más cosas, que introduzca más definiciones y que no quede nada por regular o decidir por parte de los agentes que intervienen en el deporte.
Seguramente en un futuro próximo llegaremos a los 500 artículos en la ley, y en la siguiente fase, todo será mucho más sencillo, estará todo tan encorsetado y decidido que simplemente pondremos la situación en el ordenador y con un “enter” nos dará la solución a cualquier problema que tenga el deporte. No hará falta ya ni pensar, ni nada que decidir, nos lo decidirá todo el ordenador gracias a unas premisas fijadas de manera omnipresente por el legislador.
Y lo más curioso, es que hasta el propio sistema deportivo está eufórico y colma de felicitaciones al legislador por su ingente capacidad para regularlo todo y no dejar ningún cabo suelto. Si la ley puede tener 210 artículo, mucho mejor que si tiene 20 o 30. Hoy en día sería de una incompetencia total, un auténtico indocumentado si un legislador pretendiera presentar una ley del deporte con 20 o 30 artículos que regularan aquellos aspectos básicos y esenciales para garantizar la seguridad pública, la salud de las personas y los derechos de los agentes intervinientes en el deporte.
Eso sería como volver a la prehistoria donde los humanos no sabíamos ni leer, ni escribir. Hoy para ser alguien en este contexto, debes hacer una ley de mínimo 200 artículos, 50 definiciones (como si estuviéramos en el contexto jurídico anglosajón, pero pasado a una ley del poder público) y principalmente debes ser un autor enciclopédico.
Las leyes ya no son para innovar el ordenamiento jurídico, no son para regular aquellos contenidos que sólo pueden desarrollarse o exigirse si están en una ley formal. No, hoy las leyes, y principalmente en el deporte, están para escribir todo aquello que antes se ponía en un libro o manual de sociología del deporte o de organización del deporte o incluso hasta de pedagogía del deporte.
Hasta hace unos años, constataba con una cierta curiosidad que bastantes países del área centro y sur americana reproducían una parte importante de nuestros conceptos y modelos jurídicos del deporte en sus propias leyes, pero lo hacían con un toque diferencial y era añadirle la visión enciclopédica de cargar la ley con multitud de definiciones, como deporte escolar, deporte de base, deporte de élite, deporte militar, deporte en el campo, deporte en la montaña, etc… y pasados los años, todo parece indicar que ahora hay un camino de regreso, ahora son nuestros legisladores quienes reproducen en nuestras leyes esos modelos descriptivos y puramente pedagógicos o instructivos que nada tienen que ver con el contenido conveniente y necesario de una ley formal, pero que quedan excelentemente puestos en una ley, le dan esplendor, le dan pompa, la hacen realmente importante y brillante entre las que las haya.
Alguna cosa no debe funcionar bien en el deporte o quizás no funcione bien en nuestra sociedad cuando a medida que en esa misma sociedad se consolidan los modelos democráticos y nos alejamos de los modelos de Estado dictatoriales e intervencionistas nuestras leyes del deporte pasan a ser auténticas enciclopedias del deporte a peso.
Seguramente el que escribe esta reflexión debe vivir muy alejado de las necesidades del deporte actual y de las necesidades de la sociedad en relación al deporte y por ello, seguramente resulta mucho más conveniente para todos que las leyes regulen lo más profusamente posible todo aquello que se mueva en su entorno y que nos expliquen con todo tipo de detalle, por si no lo sabíamos que es deporte federado, que son las competiciones federadas, etc. aunque esto no implique ningún cambio en el deporte, y lo que resulta más curioso, de aparecer o no aparecer en la ley, no cambia nada, absolutamente nada en el régimen jurídico de las cosas y del funcionamiento del deporte, pero queda muy bonito e ilustrativo.
Parece como si cada vez más los pensadores hubieran cambiado su soporte de transmisión de la sabiduría y conocimiento, de los artículos científicos o publicaciones de libros, cuando no de artículos periodísticos, por las leyes.
Algo o un mucho no va bien en nuestro país y en nuestro deporte, cuando son los propios agentes del deporte los que piden a los poderes públicos que por favor les legislen, que si no les legislan no son capaces de poner orden en sus estructuras.
Desafortunadamente ese deporte se hace día a día más inmaduro en las estructuras y se aleja a kilómetros de distancia de la iniciativa individual, de los derechos individuales y de la auto-regulación que están en la base misma de los modelos deportivos en el mundo. Sería bueno que unos y otros leyeran la Agenda 2020 del Movimiento Olímpico Internacional.
Andreu Camps Povill
Doctor en Derecho
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