Ya han tenido una conversación cordial vía telefónica, pero parece ser que en los próximos días Blatter va a recibir en su despacho a Josep María Bartomeu como presidente del FC Barcelona.
Esta reunión podría calificarse de normal entre dirigentes de dos de las más grandes instituciones del fútbol mundial si no fuera porque tiene un orden del día no apto para el poder ejecutivo de la FIFA.
Es entendible, sobre todo después del apoyo plebiscitario, que la Directiva del Barça intente presionar a Blatter para que interceda ante la Comisión de Apelación, pero sería inadmisible que el presidente –órgano ejecutivo- de la FIFA accediese siquiera a escucharlo.
Sin embargo, conociendo el percal, nos atrevemos a aventurar que Blatter utilizará cualquier pretexto que justifique el encuentro, en especial tras el resultado del referéndum en el Barça.
Es más, estamos seguros de que el presidente de la FIFA, ante un Bartomeu fortalecido, mostrará toda su comprensión hacia el Barça y, en especial, hacia La -"intocable"- Masía. Y más aún: se comprometerá a hacer una declaración pública en favor de los valores que representa su cuna de talentos. Se pretende que el escándalo de los traspasos no manche -más, si cabe- al mayor referente del club catalán: el sitio donde florecieron talentos incuestionables a nivel mundial como Messi, Xavi, Cesc e Iniesta, entre otros muchos.
¿Y qué hará luego Blatter?
Un presidente de la FIFA, o de la RFEF, o la FIBA, jamás debe dirigirse a un órgano jurisdiccional para que oriente una decisión en un sentido determinado, en nuestro caso, otorgando la suspensión cautelar de la sanción para que el Barça pueda remodelar la plantilla en este verano de 2014.
Los acontecimientos nos harán recordar, sin embargo, una vez más, que Montesquieu está bien muerto.
Otra cosa es que la Comisión de Apelación, acuerde -motu proprio- la suspensión de la medida relativa a la imposibilidad de fichar en dos periodos de fichajes, por el periculum in mora que la aplicación inmediata de la sanción ocasiona, medida que juzgamos procedente ante el tamaño e irreversibilidad de los perjuicios que le ocasionaría la aplicación inmediata de la sanción al club.
No es tampoco el deporte un reducto donde se palpa la ausencia de Montesquieu. Siempre ha existido esa sombra de duda, hasta el punto de que ha recaído sobre algunas decisiones del Tribunal Constitucional español.
Pero a veces los focos dan tanta luz que a los dirigentes no les queda otra que guardar las formas.
Eso es precisamente lo que está ocurriendo aquí y ahora. Los focos están puestos de forma permanente, y a partir de ahora más, sobre Bartomeu y Blatter, y sobre sus adláteres.
Así que cuidadín, cuidadín.
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