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Fracaso estrepitoso de la selección de Luis Enrique, eliminada por Marruecos

IUSPORT IUSPORT Martes, 06 de Diciembre de 2022

La selección española fue incapaz de marcar un solo gol, ni en los 120 minutos de juego ni en la tanda de penaltis

La fortuna que en Rusia 2018 dio la espalda en la misma situación, una tanda de penaltis de octavos de final, reapareció para castigar a una España que mascó la impotencia de un dominio improductivo, la frustración de su falta de pegada ante una Marruecos combativa, que a base de coraje llevó el duelo al factor fortuna que, nuevamente, dio la espalda a Luis Enrique, que carece de plan B y de plan C.

 

Los males de la selección española reaparecieron para volver a caer en los octavos de final de un Mundial. Más de doce años sin estar entre las ocho mejores del mundo.

 

La posesión improductiva, apenas tres remates en 120 minutos, la falta de pegada, la ausencia de un líder que se eche el equipo a sus espaldas. La incapacidad de vencer un duelo directo en 90 minutos de una eliminatoria desde su última Eurocopa conquistada en 2012. Luis Enrique no encontró la fórmula para volver a reinar.

 

En el Mundial pasó del asombro al colapso. De deslumbrar ante Costa Rica a sembrar la duda por unos minutos de desconexión ante Japón que debía despejar en unos octavos de final que no supera desde Sudáfrica. Una barrera insalvable que, para dejarla atrás, estaba obligada a igualar la intensidad del rival. Marruecos, la ilusión de un país, la liberación del que compite sin presión tras haber ya cumplido como revelación del torneo. Presentó un choque durísimo, parapetada en su terreno. Siempre al límite.

 

En ese sello inconfundible de España, protagonista siempre desde el balón, encontró en el camino numerosos partidos similares. Rival encerrado que defiende con máxima intensidad, respaldado en su potencia física para castigar cualquier imprecisión. Instalada en campo contrario gana importancia la presencia de Rodri como central, convertido en un centrocampista más. Para aumentar la calidad de la posesión, sorprendió Luis Enrique con el estreno de Marcos Llorente. De no contar a hacerlo de titular. Por delante de un Azpilicueta tocado y un Carvajal en un momento bajo.

 

No es habitual la renuncia a la inspiración goleadora de un jugador en racha. Lo hizo de inicio con Álvaro Morata, suplente tras marcar en cada partido del torneo. La idea era buscar movilidad ofensiva para encontrar espacios que tardaron en aparecer. España necesitaba máxima precisión en el pase, transiciones con rupturas de Pedri y desmarques en las bandas. Comprobó la dureza desde el inicio, con la patada de Ziyech a Jordi Alba, y le costó generar peligro ante un 4-1-4-1 sin fisuras.

 

Los riesgos que suele tomar Unai Simón para poner el corazón en un puño a todo un país, los asumió en esta ocasión Bono. Marruecos era el ejemplo de orgullo de todo un pueblo por su entrega. España se armaba de paciencia esperando el desgaste del rival. En plena tensión aparecía la pelea contra todos de Gavi, una acción de calidad aislada de Pedri. Una falta de Hakimi como primer acercamiento y el desequilibrio generado por Boufal.

 

Marruecos no atendió a la debilidad mostrada por España cuando Alemania le buscó arriba o Japón le hizo daño desde la necesidad. Se sintió fuerte entregando el balón, sin rifarlo en salida cuando lo tuvo, sin sufrimientos ni concesiones.

 

Los penaltis

 

Al final todo se decidió en los penaltis. Una lotería en la que España no llevaba los décimos correctos. Y en la que brilló el sevillista Bono.


Tal y como recordó en la víspera Regragui, Marruecos estaba a 24 horas de hacer historia. Los 'leones del Atlas' estaban hambrientos. Sus seguidores no dejaron de animarlos. Y al final obtuvieron la recompensa.


Marcaron Sabiri, Ziyech y Achraf, Sarabia tiró al palo y Bono le paró el lanzamiento a Carlos Soler. Para nada sirvió que Unai atajase el lanzamiento de Benoun; porque Busquets, campeón mundial hace 12 años, no marcó instantes después.

 

Bono le paró su penalti. Y Marruecos -que buscará las semifinales ante el que gane de Portugal y Suiza- acabó haciendo historia en el Education City de Al Rayyan.

 

En 1990 fue Camerún, en el 2002 la sensación de Senegal y en el 2010, casi en casa, Ghana estuvo incluso a punto de ir más allá. Estas tres selecciones habían sido las únicas del continente en meterse a los cuartos de final de la máxima cita hasta ahora.

 

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