[Img #7951]Tiene el brillo en los ojos de una ganadora, el mismo que destilaba uno de sus ejemplos fetiche, el malogrado Drazen Petrovic, y, al margen de su indudable talento individual, una obsesión por el trabajo y por mejorar, lo que convierte su futuro en un límite indescifrable.

Ángela Salvadores, a punto de llegar a la mayoría de edad -cumple 18 años en marzo-, sigue acaparando reconocimientos individuales en un deporte colectivo, en el que las gestas a veces pasan más desapercibidas, aunque en su caso, ya han recorrido todas las partes del planeta.

Sin embargo, esta asturleonesa, etiqueta que quiere colgarse respecto a su lugar de nacimiento, pasa casi de puntillas sobre las sensaciones que le dejan tanto agasajo, mejor jugadora joven europea de 2014 según la Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) o el «Premio Príncipe de Asturias SAR Doña Leticia».

«Está claro que se valora y se agradece, pero da algo de vergüenza y en concreto ese día no lo saboreé tanto porque mi equipo -Rivas Ecópolis- había perdido y estaba fastidiada», es el resumen sencillo de una joven obsesionada por las victorias y eso que en su todavía corta trayectoria ya puede presumir de medallas de todos los colores en europeos y mundiales con la selección española.

Incluso va un paso más allá y, en una entrevista concedida a Efe, añade ante tanta distinción que el recibir premios no te convierte en mejor jugadora».

«Eso no te mejora, solo lo hace el trabajo día a día y el esfuerzo por intentar crecer», dice sin titubeos.

Ángela Salvadores superó en la votación a otra jugadora española, aunque de ascendencia africana, Astou Ndour, que ya había ganado este premio el pasado año e incluso a Leticia Romero, que fue novena, demostrando el potencial del baloncesto femenino español.

«Está claro que somos una potencia a nivel mundial gracias al trabajo que se está haciendo desde la Federación Española de baloncesto», afirma convencida, pese a poner en el debe del baloncesto nacional el grave problema de la fuga de talento en un continuo goteo que ella misma experimentará en unos meses cuando inicie sus estudios universitarios en Duke (Estados Unidos).

«Parece un contrasentido el ser una potencia y que tan solo dos o tres jugadoras de la selección estén en la liga española, pero lo importante es que después todo este trabajo y talento esté al servicio de la selección», señala.

La jugadora, cuyo talento empezó a despuntar en el CB Aros León y que luego se pulió en el Siglo XXI de Barcelona, acabó decidiendo, haciendo caso de los consejos de su padre, el exjugador Jorge Salvadores y permanecer un año más en España, intentando disfrutar de minutos en la máxima competición, además con un equipo que, pese a la pérdida de potencial, es uno de los grandes, el Rivas Ecópolis.

«Fue una decisión muy acertada y no me arrepiento, porque estoy disfrutando de muchas oportunidades para competir y quizá en otro equipo con otras aspiraciones e incluso que jugara en Europa hubiera tenido que aprender desde el banquillo, por lo que habría sido una imprudencia», asegura.

Pero solo será, en principio, un paso efímero por la Liga Femenina, porque su futuro ya está enfocado hacia el baloncesto universitario estadounidense, en concreto a Duke, una institución en este deporte y por la que se decidió por «las buenas sensaciones en la visita que realicé y su prestigio académico».
Lo que tiene claro es que optó por esta experiencia «no por una moda de otras muchas jugadoras que han ido, sino que lo tenía muy claro y sabía que quería competir con las mejores o al menos intentarlo».

No se fija un tiempo en Estados Unidos, aunque su intención sería cubrir los años de etapa universitaria y se decanta por utilizar el manido «día a día, partido a partido, no solo como dice Simeone, sino también como antes lo han dicho otros, entre ellos Jordan».

Por ello se quita la presión de mirar más allá, a una hipotética presencia en la Liga Profesional femenina (WNBA) porque, apunta, «eso son palabras mayores».

«Primero habrá que ver cómo respondo en el baloncesto en Estados Unidos, porque nadie sabe lo que se va a encontrar», advierte.

 

Por IUSPORT

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